domingo, 23 de enero de 2022

¡Arrepentíos!

 

 



– ¡Llegará pronto el final! y no estaremos preparados para cuando llegue. Somos muy estúpidos como para darnos cuenta que nuestro tiempo se acaba. Hemos tenido margen de sobra para rectificar y no hemos querido poner remedio; quizás porque estábamos más interesados por lo que ocurría en los mundos virtuales de los teléfonos inteligentes y las pantallas de los ordenadores, que en el nuestro real.

Creíamos que todo era eterno; y muy al contrario, el planeta que habitamos está colapsando. Nos está mandando continuas señales de alarma para que revirtamos nuestro desenfrenado empeño destructivo. El ser humano, o sea ¡Nosotros! Hemos desoído sus advertencias y seguimos presos de nuestra locura desaforada.

El hombre subido encima de la mesa situada en un lado de la sala no necesitaba alzar la voz; pues todos a su alrededor permanecían atentos de su perorata acusatoria. Algunos incluso asentían con su cabeza o negaban, según oían sus reprobatorias palabras que estaban dirigidas a todos sin excepción. Otros proferían una especie de quejidos repetitivos que recordaban a un canon de meditación, si no fuera porque sonaban como quejidos. Incluso los había tan ensimismados, que de sus bocas abiertas caían hilos de saliva que manchaban sus camisolas.

El hombre de la mesa, sin previo aviso saltó al suelo y empezó a vociferar, señalando con su dedo al otro lado de la puerta.

– ¡Ya vienen! ¡Quieren acallar nuestras voces! Coartar nuestro derecho a expresarnos con libertad, a proclamar la verdad sobre los oscuros fines que nos esperan por culpa de los de siempre: Gobiernos prepotentes, políticos mentirosos, multinacionales de aviesos intereses, medios informativos manipuladores…

Se abrieron las puertas de la sala con estrépito, y como ventolera otoñal, entraron hombres rudos que con violencia controlada empezaron a disolver, separar, anular, agarrar e inhabilitar a todos los individuos reunidos en torno a esa especie de orador improvisado.

Los hubo que se defendieron con saña de los agresores atacándoles con furia desbordada. Llovían patadas, mordiscos, arañazos y puñadas. Otros sujetos prefirieron tirarse en el solado encogiéndose como fetos gimientes. Los menos utilizaron sus cabezas como martillos pilones contra las paredes.

Los celadores y enfermeros se las vieron y desearon para meter en vereda a la manada de locos que de nuevo se sublevaban contra el orden establecido en el centro psiquiátrico.

Uno de ellos comentó en voz alta a sus compañeros algo así como que: “Esos tipos lunáticos no parecieran tener los pies en la tierra.”


Derechos de autor: Francisco Moroz





10 comentarios:

  1. Hay más locos fuera, en la calle, que dentro de un centro psiquiátrico. Si se dice que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad, yo añadiría también a los (aparentemente) desequilibrados.
    Un abrazo.

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    1. De eso que dices puedes estar seguro. Además la presión ,las crisis de todo tipo y los confinamientos, están sacando a la luz a muchos desequilibrados; o dicho de otra manera, muchos desequilibrios.
      Un abrazo, Josep

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  2. Ya sabes: Ni son todos los que están ni están todos los que son. Mira que sabía que iba a venir la sorpresa final, pero para nada imaginé que iba por ahi. Parecía tan cuerdo el discurso. Un poco exaltado, pero cuerdo.
    Un beso.

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    1. Cuantos discursos cuerdos son dichos desde tribunas. Y anda que no nos los creemos.
      Después nos echamos las manos a la cabeza cuando aparecen las orejas del lobo. Yo, por si las moscas, me fiaría casi más de los locos que están alojados en los psiquiátricos.
      otro beso para ti, Rosa.

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  3. Hola Francisco, mi abuelo siempre decía que los verdaderos locos
    Son los que están en la calle, y muchos de ellos no están bien medicado.
    Me a gustado mucho tu relato, te deseo una feliz semana, besos de flor.

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    1. Gracias Flor por pasarte, leerme y dejar tu comentario. totalmente de acuerdo con tu abuelo. los psiquiátricos como las cárceles no tienen dentro a todos los que tendrían que tener. Estarían petados, y aun así desbordan; con lo cuál muchos estarán pululando por las calles, seguro.
      Beso para ti.

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  4. Fantástico! !
    Un goce leerte.
    Abrazosbuhos 😀

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    1. Para mi el goce supone recibirte Buhoevanescente.
      Gracias por tu vuelo por mi blog.
      Abrazo

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  5. uf que bueno tu relato, y ese final guau.
    Un abrazo.

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    1. Gracias Tere, ya sabes de mis finales. Son firma de autor.
      Un abrazo.

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