El Castillo
De: Luis Zueco
“No hay arma más poderosa en este mundo, tanto hoy como hace mil años, que creer en tus sueños”
De: Luis Zueco
“No hay arma más poderosa en este mundo, tanto hoy como hace mil años, que creer en tus sueños”
De la mano de "Luis Zueco"
realizamos un viaje al pasado y nos trasladamos a un tiempo donde las fronteras
estaban custodiadas por castillos; unas construcciones imponentes que como
vigías, protegían pueblos y comarcas de los temibles enemigos de la media luna.
La península de Hispania ocupada por el
islam estaba dominada por los reinos de taifas, las alianzas se
suceden indiscriminadamente según los intereses de cada facción de tal manera
que son continuas las luchas, las escaramuzas y las razias llevadas a cabo
tanto por los moros como por los cristianos.
Entre los años 1027 y 1082 y bajo
mandato del rey Sancho III , en una de las fronteras limítrofes entre la tierra
llana y el pirineo aragonés, se empieza a levantar una construcción militar y
religiosa. Un castillo-abadía que acogerá tanto a soldados como a monjes, ambos
colectivos entregados a la defensa de la fe mediante la cruz y la espada.
Se trata de un edificio de estilo
románico, referente en toda Europa por su buena factura y conservación, a si
mismo por su historia.
El castillo de Loarre, testigo del paso de
culturas, lenguas, tradiciones y batallas.
Él, servirá como telón de fondo a una
novela que algunos quieren comparar por la temática con –Los Pilares de la
tierra- pues es sobre su construcción, en lo que se sustenta esta historia en
la que de forma indirecta, asistiremos al levantamiento de esta grandiosa obra,
puente entre diferentes formas de entender la arquitectura.
Donde todavía a día de hoy, hay lugar para
leyendas, misterios y enigmas constructivos encerrados bajo una bóveda, o
enterradas en su cripta. Relatos épicos parapetados tras los lienzos de muralla
y erigidos en su torre barragana.
El escritor, amante de los castillos nos
traslada a esos tiempos donde la vida pendía del hilo de las circunstancias del
haber nacido en un lado o el otro de la frontera. Y la subsistencia del
ingenio, la inteligencia, la estrategia y el esfuerzo por bregar con todo en
contra.
Imaginad que sois parte de los hombres y
mujeres empeñados en la empresa de construir una fortaleza que os proteja de
vuestros enemigos encarnizados, mientras estos, os acechan y vigilan a tan sólo
diez kilómetros, de tal manera, que controlan vuestros movimientos y progresos
constructivos e intentan impedirlo a toda costa.
A la vez los envidiosos rivales de vuestro
señor natural os presiona e intenta boicotear la obra de vuestra vida; y en
tercer lugar la climatología extrema de la montaña: las heladas, el frío y la
nieve…
Este es el entorno en el que se encontrarán
un carpintero llamado “Juan” y su hijo “Fortun”. Ellos, junto a un maestro de
obras lombardo. Magístri Comacíni, afrontarán el reto de construcción del
grandioso castillo de Loarre.
Sus historias personales se irán
entrelazando con la de otros personajes que aún siendo secundarios, no
carecerán de la importancia necesaria para darle vigor a la obra literaria
llena de aventuras, que sin ser muy abundantes, marcarán el ritmo necesario
para que la lectura no se haga compleja ni aburrida.
“Todo sucede por alguna razón,
absolutamente todo. El destino nos guía a través de la vida, de
esta y de las otras.”
Tengo que decir al respecto, que en ciertos
momentos el escritor, llevado por su interés ante este tipo de construcciones
militares, como nos dejó demostrado en su anterior obra: -El Escalón 33- (que curiosamente reseñé un 1 de Enero de hace dos años) se
detiene puntualmente en los elementos y en los métodos y técnicas
arquitectónicas empleadas en la construcción de esta grandiosa fortaleza
medieval. Ello puede ralentizar un poco nuestro ritmo lector, pero a su vez propiciará el aprendizaje sobre ciertos aspectos desconocidos para el común de los mortales.
Formarán parte de esta epopeya de ficción histórica unos personajes que nos introducirán de forma muy amena en el ambiente medieval: “Ava” una mujer
carismática y atractiva que sabe desenvolverse en una sociedad de hombres
dominantes y violentos. Ella será la encargada de la defensa de las obras y los
obreros. No en vano es una consumada y mortífera arquera.
“En la vida no se espera nada, se toma lo que llega
y se sigue para adelante”
“Javierre” un pastor con ínfulas de
grandeza, que no se conforma con ser lo que es por su condición y nacimiento, y
aspira a ennoblecer su persona y favorecer sus intereses, a costa de quien y de lo que sea.
“En este mundo sólo se distinguen tres
calases de hombres: Los caballeros, los que oran y los que laboran.”
Un viejo sacerdote defensor de la religión
antigua, el rito hispánico, la que profesaban los visigodos antes de la
invasión musulmana. Un religioso medio eremita, parco con sus necesidades y sus
palabras con un cometido oculto. Luchador incansable, sin miedo a los enemigos
de su religión.
“Eneca” Con la que comenzaremos el relato
desde las primeras páginas. Niña que huye de otro castillo navarro: el de
“Xavier”, perseguida por los demonios del islam, después de haber perdido a sus
seres más preciados. Poseedora de un poder que no puede dominar: el de la
visión del futuro inminente.
Otros actores que aparecerán a lo largo de
nuestra lectura serán: “Isidoro” y “Galindo” un oficial cantero y un fornido
lanza-cuchillos.”Nunila” una vieja curandera conocedora de veredas secretas y
ritos paganos así como de hierbas curativas. Todos ellos, nobles y plebeyos entrelazarán sus vidas en su lucha personal para perseguir sus sueños.
Tejerán la ficticia historia
con reflejos de hechos reales ocurridos en tierras conocidas de Huesca y cercanas a Zaragoza hace cientos de años.
El narrador omnisciente nos relatará desde
el siglo XI la aventura de esos hombres y mujeres que lucharon contra la
ignorancia, desafiando a los elementos y a sus enemigos, para perseguir un proyecto común que entre todos hicieron realidad.
Un sueño que hoy podemos contemplar a
través de los siglos como algo tangible, que ha sobrevivido a generaciones de
hombres, a conflictos y la erosión del olvido.
“Los hombres mueren, sus construcciones
permanecen, en ocasiones para toda la eternidad”
La obra se divide en 76 capítulos y en
tres partes, según los reyes gobernantes de la época, y durante las fechas en
las que se desarrolló el plan constructivo; creando estos, los hitos
necesarios para ubicar el periodo histórico de la novela.
“Luis Zueco” ha sabido ambientar de forma
documentada un periodo oscuro del cual se tiene poca información; y a la vez, con un lenguaje asequible e ilustrativo, describirnos un proceso arquitectónico
constructivo a pie de obra realzado con los diálogos entre personajes.
Una novela que al igual que el castillo de
Loarre, puede presumir de estar bien construida, con la diferencia de que el
segundo tardó en levantarse 60 años la primera en escribirse, no tanto.
“Todos somos viajeros en esta vida,
caminamos por ella en busca de diferentes cosas, pero el destino siempre es el
mismo.”