martes, 27 de septiembre de 2016

Dulces artesanales


Y le manchaba los dedos de harina al entregarle el paquete envuelto con papel de estraza. La miraba con ternura después de darle un pellizquito en la mejilla. 
La despedía con un abrazo junto a la puerta de casa siempre que marchaba a la escuela.

Con el  paso del tiempo se convirtió en pastelera y hoy, mientras sus manos amasan, piensa en su madre. En sus sabrosos bollos azucarados que le horneaba para el recreo.

Su sueño como artesana, era confeccionar lo más dulce y sabroso que ella probó de niña…  Pero no lo lograba. Y es que no consigue mezclar los besos, con el amor  y la harina.



Derechos de autor: Francisco Moroz

viernes, 23 de septiembre de 2016

Insultos y reniegos- 3 - Homo Stupidus




Una simple palabra puede llegar a convertirse en compendio de otras muchas, proporcionándonos una economía lingüística sin parangón.
El lenguaje es rico en términos para calificar, designar y nombrar a alguien o algo, dando de esta manera un abanico casi infinito de variedades tonales en cuanto a sonidos contundentes a la hora de ofender, o una meliflua manera de designar de forma insultante sin parecer hacerlo.

Es el caso de la palabra “Estúpido” que como no podía ser de otro modo pertenece a la etimología latina.
Proviene del término: “Stupidus” cuyo significado en sí no es agraviante ni ofensivo, pues no significa otra cosa más que: aturdido a causa de un golpe, quedando el individuo semi-inconsciente y desorientado a causa de ello.

Añadiendo el sufijo “Ez” obtenemos el vocablo para definir la cualidad. Con lo cual daríamos pie a que el protagonista de la película Forrest Gump dijese su famosa frase: “Estúpido es el que hace estupideces” pero con la palabra "Tonto" que es lo mismo.

Estúpido se convirtió en insulto una vez que se comprobó que no solo los que recibían un golpe en la cabeza realizaban y decían cosas sin sentido y desacertadas y del todo faltas de inteligencia; por lo cual se empezó a designar como estúpidos a todos aquellos que reunían condiciones suficientes para serlo por méritos propios como a los: Tontos, Lerdos, ilógicos, inconscientes, idiotas, simples, majaderos, bobos, atolondrados, ignorantes, zopencos, pasmados, empanados, alelados, cretinos imbéciles e idiotas...

¿Comprendéis ahora lo de la economía en palabras?

Todos aquellos nominados lo son por su cerrazón y cabezonería, su incapacidad para comprender, y su nulidad para dialogar y razonar con coherencia y lógica con otros seres humanos sin afán de hacer prevalecer sus opiniones y certezas por sus santos C_____s. Sin esgrimir a cambio argumentos suficientes, y sin saber hacerlo sin gritos ni violencia. Aquellos a los que llamamos cariñosamente: "Descerebrados".

Por lo general son seres que se comportan de forma primaria, siendo peligrosos en grado sumo, pues ya lo dijo Pérez Reverte: “Causan más daño los estúpidos que los malvados” y es que los primeros no son capaces de abrir sus entendederas cuando algo se les explica por activa y por pasiva y aún así, tienen empeño en salirse con la suya a topetazos, imponiendo su voluntad de forma visceral e irracional; A pesar de caer quien caiga. Con tal de imponer criterios con pies de barro, son capaces de hacer daño al prójimo e incluso a ellos mismos, sin conseguir por otro lado, beneficio alguno.

Un tal: Carlo María Cipolla (Vaya con el apellido) señaló en un tratado realizado por él mismo, la certeza de que existían cuatro clases de personas en el mundo, a saber: El común de los mortales, Los inteligentes, los desgraciados, y los malvados… ¡Menuda conclusión!

Deberíamos aclarar que una torpeza puntual no puede considerarse una estupidez, un fallo lo tiene cualquiera y nadie está libre de errar por descuido e incluso por negligencia o despiste ocasional. Pero cuando ese error es continuo y repetitivo y el individuo que lo comete no aprende del mismo; entonces es, cuando el estúpido y su estupidez se hacen evidentes.

“No hay burro que tropiece en la misma piedra dos veces salvo el ser humano"
Apunto con respecto a esa piedra y los tropiezos que ocasiona a los estúpidos, que las terceras elecciones al gobierno de este país están en puertas.

La estupidez es tan extensa que se han escrito libros sobre ella. Fernando Savater tiene escrito ni más ni menos que todo un ensayo. A su vez muchos eruditos, pensadores, autores, músicos, filósofos…dejaron para la posteridad algunas frases lapidarias. 
Os dejo algunas de esas perlas como colofón final.

“Nunca discutas con un estúpido, te hará descender a su nivel y ahí te vencerá por experiencia” (Mark Twain)

“Haría falta un doble sol para alumbrar el fondo de la estupidez humana” (Jean Paul Sartre)

“Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano” ( Wolfgang Von Goethe)

“Solo conozco dos cosas infinitas: El universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera (Albert Einstein)

“Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que solo le hace falta abrir la boca para demostrarlo” (Séneca)

La última la encontré rulando por internet y nos pone a todos en evidencia:

" Si el tiempo pone a cada uno en su sitio, en el sitio de los estúpidos tiene que que haber un ambiente increíble"


Tendría que aclarar que la estupidez puede ser subjetiva, pues lo que para unos es un despropósito, para otros es un acierto. (Triste consuelo)


Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 21 de septiembre de 2016

¡De la furia de los hombres del norte libramos Señor!


A pesar de las tempestades y los vientos sufridos a lo largo de nuestra singladura, los dioses nos han acompañado y favorecido en todo momento. Nuestros ligeros barcos han llegado hasta aquí sorteando los elementos y gracias a ellos divisamos las costas definidas de la Britania.

A bordo los hombres se muestran nerviosos, pues llegó la hora de la verdad en que se probarán las armas con las que nos enfrentaremos al que nos salga al paso, al igual que nuestro arrojo y valentía. Somos vikingos de las tierras extremas del Norte, y no sentimos temor del futuro que nos toque en suerte, para nosotros la peor de las muertes es morir en casa de viejos.

Perecer en batalla es el mejor de los honores para guerreros como nosotros, nuestro Walhalla tiene las puertas abiertas para el que caiga luchando, y compartiremos el banquete con Odín y Thor y hasta el mismísimo Loki. 

Si morimos en el enfrentamiento que nos espera, se escribirán nuestros nombres en el horizonte de este mar ignoto que se perfila frente a nuestros Drakars, que cabalgan como walkirias por encima de las olas. Obtendremos el título de héroes y seremos recordados con gloria, siendo  parte de las leyendas épicas por muchas generaciones en nuestras aldeas, y temidos como demonios, en estas tierras...

No esperamos ni tan siquiera a tocar tierra, como locos poseídos por el espíritu del cuervo, saltamos al agua, y pisamos las arenas y las piedras de la cala donde arribamos. Una vez reunidos, agarramos las hachas y las lanzas, los cuchillos y los arcos y por supuesto los escudos de madera que portamos a nuestras espaldas mientras avanzamos tierra adentro.

De repente suenan campanas de arrebato, dan la alarma de que llegamos como horda de saqueadores de las riquezas que ellos guardan, las que nosotros rapiñaremos junto con sus vidas.
No negociaremos. El más fuerte y sanguinario es el que saldrá victorioso. El más voraz y violento cargará con más tesoros.

Remontamos una colina alfombrada de verde y lo vemos: Un edificio de piedra con una alta torre y un pequeño muro que pretende defenderlo de amenazas y ataques exteriores, pero no cuentan con que nosotros escalamos paredes y acantilados con tal de conseguir nuestro propósito. Somos gigantes rubios con ojos azules, hijos de un dios tuerto y despiadado que jamás se  arredran ante otros hombres.

Llegamos a las puertas del recinto y con nuestras hachas  la golpeamos, deslavazando sus bisagras, haciéndolas saltar en pedazos, entramos para encontrarnos una explanada vacía con tan solo unas gallinas que corren espantadas al vernos y unos orondos cerdos que nos comeremos más tarde en el festín de celebración de nuestra victoria.

Se sigue escuchando el tañido de la campana pero esta vez también oímos voces angustiadas, el murmullo constante de una oración que no entendemos. Seguro que las criaturas que se encuentran encerradas tras las gruesas paredes del edificio principal nos vieron llegar, y se agazapan atemorizados, presintiendo su inminente muerte mientras imploran ayuda a dioses débiles que no les pueden salvar.

Mientras forzamos la puerta, los arqueros prenden la techumbre de paja del granero y los corrales, otros corren a la parte de atrás para que nadie escape del asalto y pueda alertar a otros pidiendo refuerzos.

Cuando la última astilla salta hecha pedazos entramos como avalancha, como alud humano, como glaciar colapsado. Sin misericordia vamos segando vidas a nuestro paso. Cuando me enfrento a mi primer oponente veo, que como los demás, está desarmado y no viste más que una tela de saco sucia y deshilachada y que únicamente antepone ante mí un palo en forma de cruz; mientras se dirige a mí persona con extrañas palabras en un dialecto que no comprendo.

Aún a pesar de la sorpresa inicial de mis compañeros al ver que en lugar de enfrentarse a nosotros y defenderse, estos hombrecillos morenos huyen despavoridos a esconderse. Siguen persiguiéndoles, masacrándoles con sus hachas, desparramando sus entrañas, despedazándoles el cuerpo, llenando de sangre la estancia, salpicando con ella las paredes.

Yo sin embargo me quedo perplejo en unos segundos que parecen una eternidad, con el arma en mi mano que no parece obedecer la orden de descender sobre el cuerpo tembloroso de mi víctima... Mi mente se ha quedado en blanco, como si mi espíritu y mis pensamientos volasen al futuro y este mundo que habito no fuese en el que me correspondiera estar.

De repente el sonido contundente y seco de una madera sobre otra me despierta de la abstracción y veo horrorizado como toda la acción se detiene a mí alrededor y las miradas de mis camaradas se posan en mi persona mientras, los que se suponen cadáveres descuartizados se incorporan y se levantan sobre sus muñones, dirigiendo igualmente sus ojos en mi persona, como recriminándome el no poder seguir con su triste destino de cadáveres perdedores.


El miedo me invade, trepa entonces por mi cuerpo atenazándome la garganta, y justo en ese momento; reverbera en el espacio la contundente y airada voz del dios supremo del cotarro gritando a voz en cuello:

-¡¡¡Coooorten!!! -Para decirme a continuación de forma muy personal: 

-¡O pones más convicción y pasión en lo que haces, o no terminamos de rodar la escena hasta el mes que viene! 
¡ Señores, nos tomamos un descanso de 10 minutos!

Y es entonces cuando me siento derrotado por un lapsus.




derechos de autor: Francisco Moroz


LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...