domingo, 5 de junio de 2016

En la feria con los amigos




El sábado asistí a la convocatoria que todos los años se organiza en torno a esos amigos con hojas tintadas de letras escritas. Me refiero a la 75 edición de la feria del libro de Madrid.

Pero en esta ocasión fue muy diferente la forma de vivir esta experiencia, pues lo hice rodeado de otros amigos a los que poder abrazar, con los que poder conversar y compartir momentos inolvidables en un marco casi inmejorable como es el del Parque del Retiro.

Tengo que nombrar aquí por justicia a Joseme Españoles, mi querida Emerencia viajera, que tomó el testigo de aquella otra quedada bloguera que hicimos en su momento cuatro personajes a los que nos gusta enredar con las reseñas de libros y películas y hacer potajes varios con las letras escritas ¿Acaso podría ser de otra forma?

Al resultar aquella experiencia tan positiva y reflejarla en nuestros respectivos blogs con un entusiasmo rayano en lo adolescente; ella propuso hacer una segunda edición de estas reuniones entorno a ferias libreras, presentaciones de la obra de algún autor o simplemente quedar para hacer de tertulianos y practicar lo que más nos gusta: hablar y comunicarnos.
Pero aunque en un primer momento había muchas ganas y disposición por parte de muchos, al final nos tuvimos que ajustar a las realidades de cada cual, y vimos lo difícil que sería logísticamente hablando, que algunos de los que habitan por el sur peninsular pudieran asistir sin tener que sacrificar un tiempo valioso en transportes, con su consiguiente gasto añadido de alojamiento, para estar tan solo un día en dicho evento.

Y aquí, junto a Joseme, nombro a Estrella Amaranto y mi querida Julia que se quedaron con las ganas de estar presentes junto a nosotros. Desde aquí os digo que surgirán otras ocasiones y momentos en los que coincidir. Y os adelanto que fuisteis nombradas las tres en alguno de nuestros diálogos.




Bien, pues esta vez fuimos seis blogueros, de esa especie que se dedica a perder su valioso tiempo frente al ordenador, para satisfacer sus "egos" personales escribiendo. Llenando páginas virtuales de letras que ordenadas, conforman sinopsis e historias de algún interés.

Los que nos reunimos lo hicimos como amigos de toda la vida, para charlar y disfrutar de eso en lo que somos duchos las personas sociables: la relación humana.

A los cuatro que tuvimos oportunidad de conocernos en la primera ocasión, se sumaron Rosa Berros Canuria, a la que yo me empeñé en rebautizar como “Carmen” y que muchos conoceréis por su blog de reseñas completísimas  -Cuéntame una historia-  y otra bloguera de mis preferidas, pues es de las que escribe historias que te llenan de emociones que te interrogan y conmueven. Hablo de Conxita Catsamijana  del blog: -Enredando con las letras-  Me gusta el título de su blog, pues es en definitiva lo que hacemos todos: enredar con tipos y fuentes a los que dar cierta coherencia comprensiva.

Madrid fue el destino, lugar donde habitamos tres de los seis, la otra mitad se acercaron desde Barcelona, Santander y Castellón.
Todos entramos por la puerta grande como los toreros, por la puerta de Alcalá que es el lugar desde donde comenzamos nuestro periplo lingüístico-literario, esto es: hablar de libros y de la vida, pues pareciera a ojos extraños que ya nos conocíamos todos como amigos de instituto o facultad, pues a partir de ahí íbamos cambiando de compañeros en dialogo distendido y ameno de forma continuada y sin tregua.

Como la feria abría a las 11 de la mañana nos dio tiempo a recorrer el parque, visitando los lugares más emblemáticos como el estanque de barcas dominado por la estatua de Alfonso XII, el Palacio de Velázquez, el de Cristal y la plazuela donde yace el Ángel caído de Bellver, la rosaleda, y el árbol más antiguo de los Madriles, que por cierto, tan solo vimos de cerca la administradora del –Blog de Chelo- y un servidor.



Mientras caminábamos, Paloma (Kirke de –Leer el remedio del alma-) estrenaba de forma compulsiva ese palo extensor con el cual sacar maravillosos selfies donde aparecíamos sonrientes y acalorados; pues hay que decir que nos hizo una mañana fresca de chaqueta a primera hora, pero algo sofocante bajo el sol.

Una vez nos introdujimos entre las casetas de los libreros empezó la fiesta. Buscamos a nuestros autores favoritos unos, y otros a los autores favoritos de sus sobrinos, y después de algunas esperas en largas colas y de recabar las firmas de escritores y ratones (Pues una de las que firmó fue Tea) de la serie de libros de Gerónimo Stilton.
Yo recabé la de Andrés Trapiello y Lorenzo Silva ambos grandes autores de reconocida amabilidad y paciencia, pues tuvieron que soportar con estoicismo ráfagas de fotos sin fin. (La fama tiene un precio)
Juan Carlos del blog con el mismo nombre que él (¿Qué fue antes el huevo o la gallina?) consiguió la de un poeta llamado Luis Alberto de Cuenca y Chelo, la firma de la nombrada ratona Tea.
















Una vez saciada la vena cultural, nos entró la perentoria necesidad de saciar otros apetitos más mundanos, y es que el hambre se hacía notar después de la larga caminata a lo largo del parque.
Nuestra valiosa anfitriona y promotora de dicha quedada, nos condujo como guía a un lugar de renombre; no sin antes pasar por la Real Academia de la lengua y el museo del Prado. Tan solo nos faltó la filmoteca nacional y la Biblioteca para culminar en un éxtasis glorioso y cultural.

No obstante y en su lugar, pasamos por la iglesia de los Jerónimos y la fuente de Neptuno, desembarcando finalmente enfrente de la basílica Jesús de Medinaceli donde se encuentra un restaurante de raigambre en cuanto al cocido que preparan. Pero fue otro el menú elegido ya que los calores no invitaban a degustar tan contundente plato.



Antes, y para dar capricho a ciertas féminas del grupo, nos escanciaron un vermut de grifo, capricho del cual nos beneficiamos todos.
Pudimos hablar e intercambiarnos detalles, y después del cafelito y una larga sobremesa, retomamos nuestros pasos por la calle Huertas, pasando por edificios que albergaron y vieron nacer a ilustres personajes de las letras, bajamos hasta Sol y allí instalados en amplio diván con mesa central, degustamos unos granizados de limón y  helados de diferentes sabores.

Llegaba la hora de las despedidas, pues eran las siete de la tarde y algunos teníamos que retirarnos por diferentes motivos, aunque para algunas siguió la fiesta por la noche, con Caipirinha incluida… y algún “mimo” para alguna.

Una foto con el fondo del símbolo de la ciudad: El oso y el madroño, puso fin a la segunda quedada bloguera donde las relaciones fraguadas en un mundo virtual se hicieron de nuevo amistad en el mundo real.


Gracias a todos los que estuvisteis a mi lado, pues a causa de vuestra presencia, la celebración de mis tres años como bloguero y los 75 de la feria del libro de Madrid, se convirtió en un acontecimiento para no olvidar mientras la memoria me funcione.


Otras entradas sobre el evento las encontrareis aquí:  -Leer el remedio del alma- y 
-El blog de Chelo-
                                                                                                      





viernes, 3 de junio de 2016

Ella




Es la muchacha más bonita del hospital en el que trabajo como enfermero; me tiene perdidamente enamorado de su vida, de su forma de ser. Abierta y desenfadada, hace que mi jornada laboral se convierta en una fiesta.
Solo con verla me conformo, y me escapo de mi planta a la suya para poder empaparme de su presencia.

De vez en cuando me acerco con cualquier excusa y la saludo y le pregunto si necesita algo, cómo está, y si lleva bien la mañana.
¡Es genial! Me trata desde el primer día como a alguien en quien confía plenamente, y eso hace que mi autoestima suba por las nubes. Es una chica estupenda, de esas personas que te llenan de plenitud y dan sentido a todos tus actos, de las que hacen que te vuelvas positivo, de las que contagian toda su energía positiva a los que tienen alrededor.

Me pongo algo celoso cuando me asomo a la puerta y veo a alguien conversando junto a ella; tengo que aprender a controlar mis sentimientos desbocados, pues nadie pertenece a nadie y menos alguien como ella, libre como los pajaritos. Ella, capaz de alegrar tan solo con una mirada y hacerte sonreír con una sola palabra.

En este ambiente hospitalario tan triste, tan opresor, y estresante, representa un sorbo fresco de agua en un erial de desamparo y desesperanza.

Es de esa casta de seres humanos tan especiales, que atraen al resto, haciéndolos gravitar en torno suyo sin querer; de esos a los que en un comienzo te entregas sin remisión al ver su fortaleza y resolución para enfrentarse a cualquier reto.
Ella tiene 16 años, cáncer, y una sonrisa gozosa.

Es la muchacha más bonita del hospital y nos tuvo enamorados desde el comienzo.




Derechos de autor: Francisco Moroz

martes, 31 de mayo de 2016

Tanto amor



Cuando ella le dejó, él huyó de la sombra que le hacía el vacío de su ausencia.
Se sintió abandonado y solo;  puso distancia, marchó del pueblo donde ellos vivieron y la casa que habitaron; de ella y los recuerdos que le quedaban de su presencia.

Pero jamás se recuperó de la soledad que le embargaba desde su partida, y la añoraba como ningún otro hombre enamorado podría añorar a su amada. Ahora ha vuelto a leer las cartas escritas de cuando eran novios, y llora en el silencio de la habitación de una pensión gris, como su pesar. Mira su foto una vez más y decide poner fin a tanto dolor.

Este será el primer día de su renacer, de su volver a la plenitud de su vida perdida. Ha decidido ir a su encuentro, volverla a ver no solo una, sino todos los días mientras las fuerzas le acompañen.

Sale afuera y agarra el chubasquero, monta en su vieja bicicleta y recorre los 43 kilómetros que le separan de su amor, de aquella mujer que le fue arrebatada a traición y cuando más felices eran.

Llegó empapado por la lluvia y por las lágrimas que corrían libres desde sus ojos; compró un bonito ramo de flores para no llegar con las manos vacías y se presentó donde ella moraba.

Abrió la puerta del campo santo y allá frente a su tumba le prometió que todos los días vendría a verla, costase lo que costase. Pues su amor había echado tales raíces en su corazón que hasta que no llegara su propia muerte sería imposible el olvidarla.




Derechos de autor: Francisco Moroz.


domingo, 29 de mayo de 2016

Primer aniversario



Se acercaba la fecha en la que ambos se conocieron por primera vez.

Él no la había olvidado; se preguntaba si ella se acordaría de este aniversario tan especial. Si al menos le llamaría para felicitarle por aquel encuentro en el pasado que tantos recuerdos le traían a la cabeza... 

Por ejemplo, el de aquella primera vez en la que se encontraron que fue la última.



Derechos de autor: Francisco Moroz 


viernes, 27 de mayo de 2016

Unos disparos

                                    Desde Zenda nos hacen una propuesta: Un relato donde se incluya la palabra "Amanecer"
                                                                                       esta es mi aportación          


                                                

Unos disparos acabaron con tu vida…

Era una mañana como otra cualquiera, de esas en las que te hubieras quedado muy a gusto en la cama  evadiéndote del instituto. No, no eres perezosa, te gusta aprender, pero un no sé qué indefinido te hace un nudo en el estómago cada vez que suena ese despertador que te recuerda que sigue el ritmo de tu vida; y tu vida es la que es, un bucle que se repite diariamente quieras tú, o no quieras.

Pocas cosas puedes hacer para animarte, a parte de sonreír ante el espejo mientras peinas tu fosco cabello y miras tu cuerpo cargado con esos kilos de más que desdibujan tu inexistente cintura y te hacen parecer tan torpe de movimientos. Esa cara que te devuelve la mirada desde la superficie pulida es agradable. No es, desde luego, la de ninguna belleza como las que ves en la televisión o en los carteles de publicidad, donde aparecen despampanantes perfilando su silueta y destacando sus rostros agraciados que anuncian cosméticos y lencería, pero tampoco eres fea, eres incluso más simpática que otras que van de divas.

Se te hace difícil la jornada diaria, pero la soportas, aceptas tu sino, te aceptas a ti misma con tus limitaciones físicas, que no consideras defectos. Eres así, y aunque te gustaría cambiar algunas cosas ¿Por qué ibas a ser de otra manera?

Antes de llegar a clase ya te das cuenta de que algo pasa, sorprendes a algunos compañeros mirándote de reojo y a otros tapándose la boca como para ahogar una risa. Entras en el aula y te sientas. Casi te echas a llorar cuando levantas la vista, y en la pizarra ves tu nombre con una flecha señalando a un monigote mal  pintado que parece representarte; nada nuevo de todo lo visto hasta ahora, pero esta vez, ese muñeco sostiene en una de sus manos mal trazadas eso que parece una pistola, con dos palabras que lo dejan todo muy claro: Gorda, ¡muérete!.
Humillante y cruel.

Cuando llega la profesora de matemáticas borra el dibujo y lo sustituye por cifras y ecuaciones que no distingues bien a causa de tus lágrimas y el sofoco. Nadie parece ver la angustia que te destroza por dentro y pides permiso para ir al servicio para lavarte la cara.
Cuando te levantas, risitas sofocadas se perciben a tus espaldas y hasta que no cierras la puerta no respiras hondo para salir por el pasillo lo más rápido que te permiten las piernas.

El resto de la mañana pasa sin pena ni gloria, pero siempre tienes la sensación que con más de lo primero que de lo segundo.
Llegas a casa y te encuentras con lo de siempre: un plato frío de comida y una nota en la que se te indica que recojas un poco y estudies.
Tu madre trabaja en turnos de tarde-noche y a penas la ves durante la semana. Te quiere y lo sabes, y comprendes su limitación a la hora de demostrar su cariño, pero echas de menos sus abrazos, esos que te daba cuando tenías pocos años, cuando formabais una familia feliz y tu padre no se había marchado todavía de casa abandonándoos a vuestra suerte.

Comes rápido para que te dé tiempo a conectarte un rato a Internet, para ver tus correos antes de ponerte a hacer las tareas. No es que recibas muchos, no eres una chica guay de esas que parecen tan solicitadas en cuanto cuelgan su foto provocadora poniendo morritos a la cámara.
Esperas alguno de tu prima preguntando qué tal te va, y que si tienes alguna relación interesante en el insti. Sonríes cada vez que te pregunta eso; si supiera la popularidad que tienes entre los frikis, se sorprendería.

Enciendes y esperas, y cuando entras  en tu correo te llevas la sorpresa de tu vida: más de 65 mensajes te esperan en la bandeja de entrada, te extraña solo a medias el que sean direcciones desconocidas, pero aún así, entras motivada por la curiosidad ante la novedad de recibir tantos e-mails.
Cuando abres el primero y lo lees descorazonada, te das cuenta que los otros serán más de lo mismo. Burlas, emoticones de los que echan lágrimas de la risa, palabras soeces y groseras y unas que te invitan a entrar en tu perfil de la red social donde lo tienes habilitado.

El miedo te invade. Sabes que algo nuevo e inesperado te espera agazapado una vez que teclees tu nombre; pero nada es lo que esperabas, es aún peor. Una serie de fotos tuyas en ropa interior, casi desnuda con cara de no enterarte de nada y desde diversos ángulos y diferentes niveles de zoom.

Recuerdas entonces la hora de gimnasia, los vestuarios, las demoras de algunas, y los móviles en manos de otras. Sin querer has sido protagonista de una sesión fotográfica involuntaria y causante de que el chat eche humo por la cantidad de mensajes obscenos de los chicos, el desmesurado número de visitas y los deditos alzados en un “me gusta”.
 Los comentarios sangrantes te hacen bajar la cabeza, y avergonzada te  diriges al cuarto de baño derrotada una vez más.
Un buen baño de agua caliente para relajarte te vendrá bien, y mientras te vas calmando piensas en tu pobre madre, y en toda la sangre que tendrá que limpiar mañana cuando te encuentre, y lo triste que se pondrá, pero ya no puedes luchar más, es hora de descansar para siempre.
Tu despertador sonará en vano, tú ya no verás un nuevo amanecer.



...Unos disparos, acabaron con tu vida, y no fueron producidos por arma de fuego.



Derechos e autor: Francisco Moroz


jueves, 26 de mayo de 2016

Gaviota




Cada vez que alzaba el vuelo a la caída del sol, no veía ocasos sino horizontes que alcanzar. Cuando planeaba por encima de los acantilados de la costa, no veía escollos ni dificultades, sino barreras que sobrepasar por medio de la inteligencia  y la pericia.
El despegue y el aterrizaje eran pruebas constantes en su continuo aprendizaje y su mirada siempre abarcaba la plenitud, llegando a ver más allá de la realidad que le mostraban sus ojos.

Se sentía libre de ataduras cada vez que subía allá arriba. El firmamento constituía su paraíso personal, las nubes le arropaban como en blanco y mullido edredón; y si la tormenta le sorprendía con violencia extrema, él buscaba su sosiego interno para sobrellevarla y llegar íntegro a buen puerto.

Su querido hogar se hallaba allá donde le llevaba su vuelo, se había convertido en todo un maestro y referente para los más jóvenes, esos aprendices que intentaban imitarle.
No era soberbio, le gustaba enseñar a los que demostraban entusiasmo y verdadero interés por aprender.

Hoy mientras vuela, recuerda aquellos años en los que el aprendiz era él, recuerda a su primer maestro, aquél que le mostró que las dificultades se sobrellevan cuando se pone empeño y suficiente alma y ganas de hacerlo.
Recuerda cuando era un muchacho con inquietudes, y cogió por primera vez ese libro titulado: Juan salvador Gaviota.

Sonríe y piensa: ¡qué tiempos aquellos!
Quién le iba a decir que gracias a una gaviota, iba a convertirse en instructor de vuelo.
Levantó el mando de dirección y movió suavemente los estabilizadores de la avioneta, poniendo rumbo a la costa, donde le esperaba la pura rutina de lo cotidiano.




Derechos de autor: Francisco Moroz



miércoles, 25 de mayo de 2016

Gracias por tu amor




Una explosión en la carretera al paso de un convoy. Salieron, asustados de la pequeña casa, y vieron desde donde se encontraban los hierros retorcidos y los restos humeantes de lo que había sido hasta hace unos momentos un vehículo semiblindado. 

Soldados armados, salían de otros situados más atrás y miraban desconfiados hacia ellos. Les gritaban en un idioma que no entendían y se acercaban gesticulantes mientras les apuntaban con sus fusiles.

¡No! No era un sueño, era la pesadilla que se representaba allí en medio de la nada, donde ellos habitaban e intentaban sobrevivir al caos de la intolerancia de los dos bandos.

Los soldados se acercaban amenazantes requiriéndoles a que no se moviesen. ¿No veían acaso que eran dos ancianos que no hubieran podido huir aunque quisieran?
Cuando comprobaron que no representaban ningún peligro, trajeron a los heridos que habían sobrevivido al ataque, uno de ellos conmocionado por las terribles heridas deliraba.
La mujer no comprendía lo que decía pero, pidió permiso a los soldados para poder acercarse a él.

Le agarró las manos y empezó a cantar una dulce canción, el joven la miró, llegando a pronunciar solo unas palabras antes de expirar:

¡Gracias por tu amor!


derechos de autor: Francisco Moroz

Relato presentado a:






martes, 24 de mayo de 2016

Tú y yo






La anterior relación le había roto el corazón y la cara en más de una ocasión. Ella recordaba aquellos amargos años en los que el sufrimiento, el sometimiento y el miedo, hacían mella en su espíritu, en su autoestima y en su cuerpo.
Noches de insomnio a su lado, temiendo despertar su violencia y su deseo perturbador de posesión instintiva.
Días de encierro, horas grises deambulando por la casa como prisionera aterrorizada por el regreso de su carcelero.

Todo ello son recuerdos del pasado, piensa aliviada, y mira a su nuevo compañero, sentado a su lado. Con él se siente segura. La protege y la cuida con sumo amor; la entrada en su vida fue el bálsamo que curó progresivamente todas sus heridas. Fue disuasorio para que su agresor se alejara.

Ella aprendió a amar y confiar de nuevo en alguien. Era el compañero, el amigo, el confidente de los momentos pausados mientras tomaba el café.
Le encantaba mirarle a los ojos, esos tan llenos de expectación, de adoración y de fidelidad por ella, solo por ella.

Lástima que no pudiera hablar, y que sus besos fueran húmedos lametones; pero le bastaban para demostrar todos sus sentimientos.



derechos de autor: francisco Moroz


Relato que participa en:




lunes, 23 de mayo de 2016

Viento divino


En esta casa no vive Mizuki Tanaka desde que el viento divino se lo arrebató a su
familia. Ellos saben que habita con los dioses, y cuando celebran su aniversario pronuncian las palabras: patriota, y guerrero glorioso.

Todos saben que en 1944 muchos jóvenes como él se alistaron en la armada imperial para luchar contra el invasor.

Mizuki fue uno de los primeros en anudarse a la cabeza el pañuelo con el símbolo del sol naciente, de los primeros en subirse a un  avión cargado con explosivos y estrellarse contra un destructor perteneciente a los aliados.
Estos les llamaron kamikazes suicidas, los suyos,héroes.



Derechos de autor: Francisco Moroz

Con licencia


viernes, 20 de mayo de 2016

Puro deseo





La planta del individuo que me la presentó era chulesca: Gafas oscuras, chaqueta de cuero y pantalón del mismo material bien ajustado, y para rematar unas botas de montar de tipo militar.

Esa primera impresión y dada mi mojigatez en estos temas, me causó ciertos reparos iniciales el tener que tratar asuntos tan personales e íntimos con un personaje cuyo estereotipo no coincidía en absoluto con el mío que soy, una persona de lo más corriente y para nada extravagante.

Me chequeó de arriba abajo como para valorar si era digno interlocutor y posible cliente, el caso es que me ruboricé de forma pueril al calibrar las supuestas razones que me habían precipitado a acordar la cita con ambos.

¡Pues sí!, también ella estaba presente, junto a él, rotunda en sus formas, brillante en su aspecto, con esa manera de posar cual modelo de pasarela. Su sola presencia me excitaba y ponía la carne de gallina. Sólo quería poseerla, hacerla mía a toda costa, costara lo que costara.
Sus curvas femeninas me seducían y desataban mi pasión animal y primaria de deseo.

El hombre detectó mi manera lúbrica de mirarla, y eso le hizo suponer que pidiera lo que pidiera, se lo iba a conceder a ciegas y sin meditar, y no le faltaban razones. Mis ojos enfervorecidos y delirantes por tenerla y disfrutarla me delataban.

Naturalmente el precio inicial me pareció exagerado, pero a partir de ahí empezamos a regatear y a negociar, algo más acorde a las necesidades de cada uno.

¡Por fin! Llegó el acuerdo, nada barato, pero tampoco desorbitado para tratarse de esa belleza a la que iba a hacer mía en cuanto su anterior compañero se esfumara.

La iba a poseer hasta dolerme, pero ante todo iba a lucirla, a presentársela a mis amigos a los que sabía que les iba a corroer la envidia. La pasearía por toda la ciudad, sabiendo que arrastraría miradas a su paso; miradas cuajadas de deseo, el mismo que despertó en mí en cuanto la conocí viendo su foto por Internet.

Me enamoró, aun sabiendo que  dominarla me iba a costar muchos esfuerzos y mantenerla muchos sacrificios; pero en mi fuero interno estaba orgulloso de haberme decidido a adquirir esa maravillosa moto. Nada menos que una chopper Harley FLS que levantaba pasiones.


                                                                                 Derechos de autor: Francisco Moroz



martes, 17 de mayo de 2016

Flores exóticas



Desde el otro lado del planeta procedían aquellas flores que pretendía regalar a su amada; le habían resultado tan costosas como difíciles de conseguir. Pero tenía contactos al igual que dinero.

Él, estaba perdidamente enamorado de esa mujer desde que la vio en la embajada, y estaba dispuesto a conquistarla y a hacerla suya a costa de lo que fuera.

Lo que nunca pudo imaginar el “Casanova”, es que iba a ser rechazado por esa funcionaria de la embajada de Vietnam del Norte; pues ella era oriunda de ese país, en que las flores que le fueron entregadas, eran de lo más común. 



Derechos de autor: Francisco Moroz
con licencia


lunes, 16 de mayo de 2016

Del ser



Cada latido del corazón nos separa de la eternidad
y de la muerte.
Trama fina es la que nos mantiene en este mundo;
hilo delgado del que pende la vida y nos tiene unidos a ella.

Sólo basta mirar unos ojos para recorrer sin pausa una existencia,
para vibrar enteramente
e incendiarnos de puro amor,
y vernos envueltos en llamas apasionadas.

O morir de celos o penar de envidia,
poderosa razón la que nos guía.
Una débil intuición de lo que espera
escondido en el doblez de cada esquina.

¡Cuánta luz  puede nacer de una mirada!
¡Cuánta sal de una pequeña lágrima!
¡Y de un beso, cuanta  ternura!
Y desconsuelo de un rechazo inmerecido.

Muchas mareas se desatan allá adentro,
por la atracción de la luna de cada uno.
¡Qué universo tan infinito poseemos!
Tan misterioso, tan absoluto y tan incierto.

No podemos abarcar la plenitud de la existencia
ni acariciar la suavidad de los suspiros.
Todo es tan breve, todo un adiós;
lo que se goza, lo que se sufre. Solo un instante que ya pasó.

Es la pregunta, la reflexión, la interrogante
Es el, "ser o no ser", el estar o no estar,
el nacer o morir,  el reír o llorar.
Nuestra sempiterna duda de almas errantes.
sin respuesta absoluta.


Derechos de Autor: Francisco Moroz



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