Se despierta sobresaltado con el corazón desbocado a cien por hora y un sudor helado, que se le pega a la piel y le produce continuos escalofríos involuntarios.
Se queda escuchando el silencio, pues solo silencio y oscuridad le rodean creándole un desasosiego que nunca experimentó.
¿Qué es lo que le desveló así, tan de repente?
¿Quizá su conciencia intranquila por los sucesos acaecidos en la mañana?
Más de cincuenta veces ha ocurrido lo mismo y no es algo que le haya
quitado el sueño en ninguna de las ocasiones. Hoy, la única diferencia es que
ella ya no está, la ha apartado por un tiempo de su presencia.
Echa de menos, eso sí, sus quejidos nocturnos, su temblor instintivo cuando
él la intenta acariciar y abrazar por detrás, requiriendo su atención para que
le complazca, como toda buena y obediente esposa debe de hacer con su marido.
Pero ella no, muy al contrario, se resiste con mayor frecuencia, le suplica con
insistencia enfermiza que la deje descansar esa noche, que no tiene
fuerza.
Como si la muy puta hiciera algo especial a parte de estar todo el día en
casa descansando, limpiando lo menos posible y preparando la comida. ¡Qué menos, para eso la mantiene! piensa; como si fuera una reina. Pues solo sale a la
calle para hacer la compra y poco más.
Ha escuchado un ruido casi imperceptible. Se trata de alguna ventana que se
ha quedado abierta, lo más seguro, pues una ligera brisa le roza la cara y la
piel desnuda de los brazos.
Se arrebuja de nuevo entre las sábanas de la cama que se le hace un poco
grande al no estar ella a su lado.
Ya nunca lo estará, pues se la ha sacudido de su vida como la garrapata que
es, que solo sabe pedirle dinero ¡Dios sabe para qué! Lo más seguro es que
tuviera un amante secreto, y ambos, durante sus escarceos amorosos y adúlteros, se rieran de él mientras gozaban. ¡De él! que la había rescatado y hecho suya
cuando era una universitaria muerta de hambre sin ningún futuro. Una inútil ignorante. Una inepta insufrible.
Por eso de vez en cuando la tiene que castigar para ponerla en su sitio, un
par de guantazos bien dados para que le duela lo mismo que le duelen a él sus
continuas faltas de respeto, sus mentiras, sus contestaciones fuera de tono, su chulería
cuando se mantiene de pie y le mira a los ojos como si no le doliesen sus
golpes. Esa soberbia se le atragantaba, pero se juraba a si mismo que se la
quitaría poco a poco a base de golpes, a ver si de una vez corregía su actitud
y aprendía a ser más humilde.
Pero hoy, hoy ya ha sido la gota que ha colmado el vaso cuando le ha
comunicado que le iba a dejar para siempre, que no era feliz ni se sentía
segura a su lado. Entonces una rabia desconocida le ha poseído y le ha hecho
golpearla como a una extraña, como si no la conociera, con saña, con ganas
desmedidas de hacer mucho daño.
No ha parado hasta que la ha visto postrada, entumecida y sobre todo
callada. La ha desnudado para que sintiera frío, el mismo que siente él con sus
desprecios. Y la ha poseído sumamente excitado, con ganas, sin
misericordia, hasta la extenuación, como un vulgar violador. Después
la ha encerrado en una habitación y se ha olvidado de ella. Mañana la echará de
su vida de una maldita vez y se buscará a otra más sumisa.
Pero no puede conciliar el sueño, es como si algo que no estuviera en su
sitio no le dejara hacerlo. Entonces es cuando siente una especie de aliento
gélido en la nuca que hace que se le erice el vello, y una caricia rasposa a lo
largo del cuerpo, como si le frotasen con sarmientos secos.
Se da la vuelta rápidamente para ver con espanto el rostro
demacrado de su pareja, amoratado por los golpes recibidos. Sus ojos
desorbitados mirándole directamente al rostro. Una boca de labios rotos y
sangrantes. Es ella, que parece haberse metido dentro de su mente con voz de
ultratumba, para decirle que a partir de ahora le acompañará todas y cada una de las noches que él viva, noches de insomnio y tormento, en
las que el sueño y el descanso no serán posibles.
Noches en las que la locura,
ocupara el lugar que hasta ahora habitaba ella.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Aterrador, Francisco. Al menos, al final ella se venga. De lo cual me alegro.
ResponderEliminarPor otro lado, espero que no te moleste, pero falta alguna tilde hacia el final en el pronombre "él". Y hay algunas incoherencias entre sujeto y predicado en el texto.
Eso sí, lo del terror está muy logrado.
Un abrazo.
Bueno, de eso se trata Rebeca, de crear una situación terrorífica que se salga de los tópicos de Halloween.
EliminarCreo que la realidad de muchas mujeres da más miedo que los esqueletos de pega y los niños disfrazados.
Por otro lado lejos de molestarme, tus indicaciones me ayudan a mejorar y pulir el relato. Estamos para aprender de los que saben, faltaría más.
Por tanto agradecido te mando mi abrazo.
Feliz domingo.
Uf!Desolador. Un relato que asusta y duele de verdad.
ResponderEliminarDuele sobre todo a las protagonistas de tales sucesos que no quieren, no pueden o no saben a quién recurrir para alejarse de esas situaciones de violencia. Yo mismo, te confieso fui protagonista de una. Sin querer me vi involucrado. Maltrato feroz de una mujer por parte de un energúmeno. Por suerte la policía estaba cerca, y tras avisarles oportunamente se personaron y resolvieron con eficacia esa escena de violencia gratuita. Créeme si no se vive de cerca no se comprende.
EliminarUn abrazo
La venganza le llega, pero no puedo alegrarme. Es tan cruel. Reflejas la cara del machismo en su pura esencia. Está tan bien contado que te atrapa en esa realidad que sabes está ocurriendo en algún lugar en ese momento. Te pone el bello de punta y duele en el alma.
ResponderEliminarHe querido que el maltratador no tenga un final feliz y sufra lo que le quede de vida. Que el espíritu de la mujer le vaya corroyendo la mente hasta dejarlo como un zombi irreconocible del que todos se alejen.
EliminarLo triste es lo que indicas; cuantos casos no estarán ocurriendo en estos mismos momentos. La verdad es que esta sociedad está haciendo algo mal, cuando los jóvenes y los no tan jóvenes están continuamente saliendo en los noticiarios por casos de violación, abusos y maltrato.
Acojámonos a la esperanza de que vaya cambiando la situación, y cuanto antes mejor.
Un abrazo.
interesante manera de escribir Me has encantado
ResponderEliminargracias
Solo espero que si te gustó sigas leyéndome de vez en vez.
EliminarSabes que eres bienvenida.
Un abrazo.
Por supuesto que te has salido de los típicos tópicos de Halloween con esta historia de maltrato machista tan bien narrada y con ese final aterrador, especiamente para el protagonista.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas veces son más aterradoras ciertas situaciones que nos rodean.
EliminarLos monstruos y los enemigos están más cerca de lo que podríamos imaginar en nuestras peores pesadillas.
otro abrazo para ti, Estrella.
Una justa venganza, así dejará de hacer daño a ninguna otra mujer.
ResponderEliminarUn relato muy bueno, felicidades.
Un abrazo.
A este personaje se le van a quitar las ganas a parte del sueño. no va a tener tiempo ni para bostezar.
EliminarUn abrazo de vuelta.
Realmente no sé qué es más espeluznante, Francisco, la historia de ficción que nos muestras o la terrible verdad en la que se basa.
ResponderEliminarUn saludo, compañero.
Sin duda compañero, la terrible verdad de lo real.
EliminarCasi todos los meses nos desayunamos con alguna noticia basada en el maltrato y la violencia de género. Cabe dilucidar si lo peor son las muertes o las continuadas sesiones de maltrato diario que se ejerce sobre estas pobres mujeres. Una lacra que solo se solucionaría con cierta educación para corregir muchos hábitos asumidos por inercia cultural y con penas de cárcel sin remisión. A estos animales hay que encerrarlos de por vida.
Un abrazo.
Más aterrador que el final es la tortura física y psicológica a la que la tenía sometida. Su venganza después de muerta no será suficiente castigo por lo que la hizo sufrir en vida. Excelente relato, no solo por el fondo sino por la forma, el excelente estilo narrativo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas el castigo impuesto no es suficiente para estos individuos. Lo mejor es una dosis continuada de terror en sus almas para que pierdan la cordura y penen hasta la muerte por los golpes, los insultos y los abusos ejercidos contra los inocentes.
EliminarLo que se denominaría una pena eterna.
Un abrazo, Josep.
Qué relato más duro, Francisco.
ResponderEliminarEs terrible, solo pensar o ponerse en la piel de la víctima se te comprime el corazón.
Un beso.
Es más terrorífica la situación de las víctimas a diario que todo el castigo que pudieran sufrir estos animales de bellota, con perdón de los animales.
EliminarNo habría ninguno lo suficientemente adecuado a lo que se merecen.
Muchas gracias por tu comentario Irene.
Besos
Un relato aterrador como cierto. Se da en un ambiente machista donde el dominio sobre la mujer es terrible. Y pensar que en muchas casas ese tipo de hombres existe, más de lo que pensamos. Yo visualicé escenas de machismo cuando era niña y nunca me he olvidado. Como un marido que pegaba a su mujer y unos hermanos que pegaban latigazos a sus hermanas por mandato del padre. Y la madre sin poderlo evitar. en esa familia toro era brutalidad. Un abrazo.
ResponderEliminarHay situaciones en las que uno se avergüenza de ser hombre y reniega del género humano. Las situaciones en donde se ejerce el abuso violento sobre el prójimo más débil, sobre el inocente que no es culpable de las frustraciones y las amarguras del que les somete y humilla.
EliminarEs como si en los genes tuviéramos grabado a fuego la violencia gratuita. No es algo de lo que sentirse orgulloso.
Un abrazo.
¡Tremendo, Francisco! Muestras a un maltratador y lo haces haciéndonos participes de su lógica perturbada. Sentimos su rabia, su cólera, su frustración... Un horror que encuentra su correspondencia en el espectro de su esposa que lo acompañará por la eternidad. ¡Los pelos como escarpias! Un abrazo!!
ResponderEliminarSe trataba de crear desasosiego al entrever unas circunstancias insoportables para cualquier ser humano.
EliminarEl horror al saber de primera mano que hay congéneres que son capaces de golpear, acuchillar, disparar y violar a otros, siendo estos inocentes, que por otro lado no son capaces de defender su integridad ni sus derechos. Estos individuos dan más que miedo. Dan asco.
Un abrazo, compañero.
Qué terrible, Francisco. Pero me alegro de ese suplicio que cada noche, a partir de, ahora, acompañará a ese ser egoísta y soberbio que se cree con derecho a todas sus exigencias como si el mundo le debiera algo y él se lo pudiera cobrar en la persona de la mujer.
ResponderEliminarMuy bien escrito y muy ilustrativo de lo que se quiere contar.
Un beso.
pues sí amiga, terrible en grado sumo, conociendo que es una realidad que se repite todos y cada uno de los días lleguen los casos a los noticiarios o no.
EliminarEl único poder que tenemos los que escribimos estas historias, es que demos el justo castigo a estos personajes abusadores. Aunque uno siempre se queda con ganas de más en estos casos, ganas de que el castigo se aplicara también en la vida real.
Un beso, Rosa
Jobar, Javier, qué bien has descrito la mentalidad de un maltratador, o al menos lo que pensamos, los que no somos maltratadores, que piensa un maltratador. Has reflejado muy bien la ilógica lógica de quien cree que posee a otra persona cuando se casa con ella.
ResponderEliminarEl final me ha parecido estremecedor pero con esa justicia poética que al menos deja un sabor agridulce.
Genial relato.
Un besote.
Creo que esta clase de gentuza sufrieron en sus carnes parte de lo que ellos ejercen sobre otros, es una forma de revertir la amargura y la frustración de las vejaciones a las que ellos fueron sometidos. No obstante los individuos que son capaces de ejercer violencia tan gratuita sobre otros seres, siendo estos indefensos son puro estiércol, basura e inmundicia de una sociedad, de la que formamos parte, que no sabe educar a sus miembros.
EliminarUn beso.
Quiero corresponder tu pronta visita a mi blog viniendo al tuyo, y menudo relato me encuentro...
ResponderEliminarSiempre me he preguntado si "monstruos" como tu protagonista son capaces de dormir tranquilos. Ojalá todos corrieran la misma suerte: no poder pegar ojo de por vida. Creo que sería peor que cualquier otra pena.
Por otro lado, difícil adentrarse en los pensamientos de estas personas. Me llamó la atención lo de "golpearla como a una extraña, como si no la conociera", quizás por lo fuerte que me resulta pensar que puedan existir diferentes formas de agredir, como las hay también de querer.
Besos, Francisco.
Me alegro de tu visita por correspondencia.
EliminarTe has dado de bruces con un relato cruento en grado sumo. Según lo escribía me ponía malo imaginando a esa pobre mujer sometida al yugo de una relación tan antinatural. Lo que a nosotros nos puede parecer fácil; léase un vínculo basado en el amor y el respeto, otros lo traducen como contrato de pertenencia con derecho a todo.
Y lo triste es que no hay leyes suficientemente disuasorias como para mantener a raya a estos degenerados hijos de mala madre.
Igual que no se ama de la misma manera a alguien de tu familia, de tu entorno más cercano como a un vecino a un compañero de trabajo, o a uno que pasa por la calle. El odio es lo antagónico pero en definitiva lo mismo.
Un beso, esperando tu pronta visita.