Temblamos mientras les esperamos parapetados entre las ruinas. También de los nervios al
sentirnos vulnerables.
Temblamos
de incertidumbre al no saber si las circunstancias nos favorecerán. De
desasosiego al no predecir por dónde aparecerán los primeros.
De
frío, mientras exhalamos aliento sobre nuestras ateridas manos a punto de
congelarse.
Temblamos
de miedo cuando empezamos a oír el persistente tableteo de las ametralladoras enemigas.
De angustia al escuchar los gritos de dolor de los que son alcanzados por los proyectiles.
Y
nos preguntamos si ellos temblarán al igual que nosotros, aunque tan solo sea por la
emoción al presentirse vencedores de esta sangrienta batalla.
Ardenas.
25 de enero de 1945.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Logras que uno 'vea' ese instante de miedo y emoción que precede al combate.
ResponderEliminarUn abrazo
En parte es lo que pretendía lograr, esa intensa emoción no siempre agradable que precede a la acción.
EliminarAgradezco como siempre tu comentario.
Un abrazo, juan Carlos
Sin duda esta batalla de las Ardenas (Ardennes) supuso para los alemanes una derrota muy notable con un gran número de víctimas, aunque para los aliados, tomados por sorpresa y más confiados, también tuvieron nunmerosas bajas.
ResponderEliminarNos has descrito una situación muy crítica dentro de este estilo épico narrativo que has sabido manejar estupendamente, donde el terror se palma de principio a fin.
Un abrazo, amigo Francisco.
Una de muchas en las que se perdieron innumerables vidas de muchos jóvenes combatientes. el enemigo no solo fue el que tenían enfrente sino las temperaturas extremas.
EliminarHe jugado en este caso con la intensa sensación que puede originar un temblor interior en un momento de tanta tensión como la vivida durante esos días.
Otro abrazo para ti, amiga Estrella.
Sin duda una imagen que se refleja muy bien en el texto, el dolor de quienes luchan en combate.
ResponderEliminarUn abrazo.
En todas las guerras se viven situaciones escabrosas donde el miedo es el principal sentimiento. La incertidumbre de un futuro impredecible y muchas veces oscuro.
EliminarOtro abrazo Tere.
Desde luego, mejor temblar de emoción que de miedo, aunque mejor es no tener que temblar, sea de lo que sea, por culpa de las guerras.
ResponderEliminarUn abrazo.
El caso es que los que supuestamente temblaban de emoción también lo hacía por el resto de motivos seguro. Pues en los momentos previos nadie sabe que es lo que pasará a ciencia cierta. En las Ardenas sufrieron los unos y los otros por el desgaste emocional de las tropas.
EliminarOtro abrazo Josep.
Con el paso del tiempo una se hace fuerte Yo solo tiemblo si tengo fiebre
ResponderEliminarun abrazo inmenso
Esa es la suerte que tenemos los que no hemos experimentado en nuestras propias carnes un conflicto armado. y dios nos libre de hacerlo.
EliminarOtro abrazo fuerte para tí.
Un relato muy gráfico que, como dice Juan Carlos, nos permite ver esos instantes de miedo y emoción. Ambos sentimientos nos pueden hacer temblar y en la batalla de las Ardenas se tembló por muchas cosas. Las mismas perdsonas y personas distintas temblaron por muy distintos motivos.
ResponderEliminarUn beso.
Supongo que hasta temblaron los que estaban esperando a los combatientes de ambos bandos detrás de las líneas de combate, sabiendo que lo que se juega en todos los conflictos armados es la vida de los que luchan.
EliminarMás vale temblar de emoción y frío que de puro miedo a un final violento. en eso estamos de acuerdo.
Besos, amiga
Muy bien descritos esos momentos previos, ese miedo intenso en ambos bandos. Ninguna guerra es buena, dolor, desolación y muerte en los dos lados. Iguales personas enfrentadas, una manera muy acertada de hacernos ver la sinrazón.
ResponderEliminarBesos y feliz semana
cuando te proponen una sola palabra y un número limitado de palabras para contar una historia, has de utilizar el ritmo narrativo y en este caso la repetición de la palabra clave, para crear un ambiente de incertidumbre y tensión.
EliminarLo que inventa el ser humano para destruirse e infringir dolor es inimaginable en el resto de seres vivos a los que encima llamamos irracionales. Tremenda ironía.
Besos. Conxita.
Opino como Josep Maria, es mejor no tener que temblar, no importa la emoción que se despierta si esta proviene de la guerra.
ResponderEliminarUn relato que agarra el corazón.
Un beso, Javier.
Agradezco tus letras. Es mejor no temblar por la desolación que corroe las entrañas cuando el dolor nos invade al igual que el miedo que nos bloquea o nos impulsa a la violencia en defensa propia.
EliminarPara tí también mi beso, Irene.
Terrible escenario en el que está tu protagonista. Las Ardenas es el máximo exponente del desatino y del horror de la guerra de trincheras que acabó con tantos jóvenes en la Segunda Guerra Mundial.
ResponderEliminarBesos.
También se la conoció como batalla de la bolsa, por la manera en que las tropas estadounidenses adoptaron para resistir el empuje ofensivo alemán. como bien indicas una de las más sangrientas durante la II guerra mundial, más de doscientos mil combatientes y más de ochenta mil bajas.
EliminarTremendo el afán de destrucción del hombre, y la sin razón de ciertos líderes mediocres que empujan a hacerlo.
Un beso, Paloma.
El miedo nos empuja a la destrucción de lo que tememos, que es lo que desconocemos e intuimos amenazante para nuestros intereses.
ResponderEliminarBuena apreciación Julio, muy acertado el comentario.
Un abrazo.