Cuando llegué estaban poniendo la mesa para cenar. Plato sopero, cuchara, tenedor y cuchillo, más el vaso para el agua. El mantel azul estampado que me gustaba tanto había sido sustituido por uno más oscuro y no habían traído todavía la botella con mi vino preferido; y eso que hoy era mi cumpleaños.
El silencio general me sorprendió un poco a lo largo del día, dado el alboroto que se origina en nuestra familia cada vez que nos reunimos con motivo de cualquier celebración. Noté un poco de tensión en el ambiente, algo parecía haber cambiado. Se sentaron todos y me dije que sería el momento elegido por ellos para abrazarme, besarme y felicitarme.
Mientras les observaba sorprendí miradas tristes en sus rostros. Me acerqué a mi lugar correspondiente. Fue entonces, cuando me
percaté de que nadie parecía reparar en mi presencia y que en la silla que ocupaba habitualmente, alguien había colocado un lazo negro.
Ay que cosa tan triste. Eso de no saber que ya se ha traspasado la línea entre la vida y la muerte, y descubrirlo de repente siempre me ha parecido una macabra broma del destino. Te ha quedado muy bien, Francisco.
ResponderEliminarUn beso.
Esa delgada línea roja que separa a vivos y muertos la noche de difuntos celebrada en antiguas culturas como la celta.
EliminarGracias por tus palabras.
Besos.
Jobar, vaya "cumpleaños" más sombrío, y lo peor es que el protagonista ni se da cuenta de lo que le ha ocurrido. Relato oscuro muy bueno.
ResponderEliminarUn beso.
Podríamos estar hablando de la última cena ¿No te parece? ;)
EliminarY sí, un relato algo oscuro. Estamos cerca de la noche de difuntos.
Un beso.
El final me ha puesto la piel de gallina Francisco. Es un relato muy bueno.
ResponderEliminarAbrazos.
Muchas gracias. La sensación que has tenido hace que ,merezca la pena el haber escrito este pequeño relato.
EliminarUn abrazo.
¡Pues menudo regalo de cumpleaños tuvo!Un relato cortito pero intenso.me ha encantado leerlo.
ResponderEliminarUn abrazo
Creo que más que la sorpresa recibida al saberse en otro plano existencial, ha recibido una decepción al no poder celebrar su cumpleaños con la familia.
EliminarOtro abrazo para ti Rita.
Que buen minirelato. Con sólo tres párrafos cuanto cuentas y cuanta emoción: el desconcierto del fantasma, su poquito de irritación porque no estuviera el vino con lo que deducimos que era metódico y un poco impaciente, la tristeza de todos incluida la del lector, el ritual familiar de seguir poniendo los cubiertos al muerto... Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarMe alegra que ta haya gustado Jelechal. Todo lo que describes son algunas de las sensaciones que quise expresar. Está claro que lo has leído con atención. Te lo agradezco.
EliminarUn abrazo.
Jó, qué palo, Javier. Todo iba de miedo y, ¡zas!, me has dejado helado. Ojalá pudiéramos cuando llegue la indeseada seguir "participando" de la vida de los otros siquiera sea observándolos. pero no sé, no sé... Buff, qué buen relato, amigo mío.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
tristemente es el final que vamos a tener todos tarde o temprano; y aún sabiéndolo, seguro que más de uno se sorprende cuando le toque el turno y se de cuenta que no puede interactuar con los vivos por mucho que lo desee.
Eliminarun fuerte abrazo Juan Carlos.
Tanta ignorancia presagiaba algo malo. Creía que pasaben de él y lo que ocurría era que él había pasado a mejor vida.
ResponderEliminarA medida que iba avanzando en la lectura ya presagiaba ese amargo final. Y es que me gustan las historias de fantasmas, ja,ja,ja.
Muy bueno.
Un abrazo.
Ja,ja amigo, tu siempre persiguiendo los finales inesperados. Me lo pones difícil; esa capacidad que tenía para sor`prenderos en un principio me la vais copando.
EliminarUn abrazo Josep.
Wowwww ya se sentía que pasaría
ResponderEliminaralgo feo imprevisto,hasta miedo
me dio, pero muy interesante lo
que escribiste.
Besitos dulces
Siby
¿Sabes qué? que no sabes como me agrada el haceros partícipes de la sorpresa y las expectativas que tenéis según vais leyendo lo que escribo.
EliminarMe alegra que le hayas encontrado el puntito.
Un besazo Siby.
¡Hola, Francisco! Un micro redondo. Por razones obvias mi mente se imaginaba a una familia enmascarillada y guardiana de la distancia social, así que el giro final me sorprendió doblemente. A veces pienso en qué puede resultar peor, si el hecho de que tras la muerte solo exista la nada, o que sigamos siendo conscientes. Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminarLas dos opciones que imaginas son igualmente desasosegantes.
EliminarLo de las mascarillas y la distancia social ya no sorprende a nadie. Personalmente me sorprendería ver a una pareja comiéndose a besos en un sitio público;)
Gracias por tu presencia.
Un abrazo.
Menuda sorpresa se llevo nada agradable, al saber que ya no estaba entre los vivos.
ResponderEliminarMuy buen micro sin duda.
Un abrazo.
Gracias Tere.
Eliminartodos los que se van deben de sentir el mismo desconcierto de no seguir como siempre con sus rutinas. Creo que los que mueren de manera violenta en mayor medida.
Un abrazo.
Me ha gustado sobremanera tu microrrelato, está muy bien dispuesto y con una narrativa simple pero precisa , felicitaciones.
ResponderEliminarUn abrazo
Soy muy simple cuando escribo; no soy nada retorcido en mi dialéctica:) "Al pan pan" que dice el refranero.
EliminarY si te ha gustado, "miel sobre hojuelas" que dijo el otro.
Un abrazo, compañero.
Vaya fatalidad, morirse en una celebración y él sin enterarse de que era el invitado de piedra o más bien el que brilla por su ausencia.
ResponderEliminarSaludos.
Muy bien traído el comentario dadas las circunstancias, lo has hilado con acierto.
EliminarUn abrazo Isan.
¡Claro! el sitio lo tiene reservado al menos durante la celebración con él o sin él.
ResponderEliminarOtro abrazo Julio.