Estamos hechos de barro y polvo,
de
etérea quimera;
del
mismo material que los espejos,
de
ánima frágil, de imagen falseada.
Simples reflejos,
bien construidos y elegantes.
Pero opacos, con grietas o empañados.
trastocando la realidad de lo que somos.
Suspiros pasajeros.
Nuestras acciones, conquistas peregrinas.
Humo y vanidad nuestras pasiones.
Con el paso de los años,
Rescoldos palpitantes de una hoguera
que se apaga.
Ceniza consumida merced al desaliento.
Poco más que de nada estamos conformados.
La muerte sabe de ello cuando escribe.
en el epílogo final del libro negro:
"no importa nada, nada es seguro salvo yo"
"sois solo el barro del que estáis hechos."
Quizá, también, de un brillo fugaz
en el tenue reverbero agonizante
del alma que se escapa y poco más.
Breve es el sueño en el que inmersos estamos,
pareciéndonos deleite lo vivido,
felices y engañados
creyéndonos a salvo del dolor;
hasta que algo nos rompe el corazón en mil pedazos,
y nos invade el miedo a la pérdida,
a la angustia, al desapego.
Solos ante nosotros mismos,
con tristeza en los ojos.
Enfrentados a la imagen que nos mira fijamente a lo profundo.
Desde el otro lado.
No se puede decir que sea un poema muy alegre, pero es precioso. Tampoco creo que la poesía deba ser alegre. La prefiero real.
ResponderEliminarUn beso.
No, alegre no es desde luego. Pero como todo en esta vida es una de cal y otra de arena, y la realidad de lo que somos es la que es.
EliminarBesos.
Bonito poema. Me ha emocionado hasta a mí que soy una negada para la poesía.
ResponderEliminarUn beso.
No creo que seas negada a la poesía, esto es como todo, para gustos. Soy consciente que como el ensayo para algunos es la poesía para otros.
EliminarPero me alegro de esa emoción que te pude levantar. Muchas gracias.
Besos
Un poema muy bonito. Un placer leerte.
ResponderEliminarBesos
Placer compartido Rita.
EliminarBesos también para ti.
¡Hola, Francisco! Jo, un poema que nos evoca a esa dualidad que nos define: no somos nada en el universo, pero a la vez lo somos todo frente a él. Somos insignificantes en la infinitud, pero a la vez somos los que la podemos mirar, comprender y admirar. Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminarSi somos conscientes de esa dualidad y de lo efímero de la existencia tenemos la mitad del juego ganado. Lo malo es el que se cree eterno. Para ellos solo hay desengaño y frustración.
EliminarOtro abrazo para ti David.
Un triste poema pero al mismo tiempo muy bonito.
ResponderEliminarLa muerte siempre gana y no nos damos cuenta de que nadie se queda aquí y es entonces cuando debíamos de ser conscientes de que tanto odio, tantos rencores y envidias y peleas absurdas ¿para que? para nada porque la muerte se lleva todo eso que es absurdo y que nos desgasta la vida, tanto, que luego se queda en nada, como la vida, que se cierra el telón y se acabo todo, y cuando es todo, incluido la envidia y el odió.
Un abrazo.
Sabias y ciertas palabras las que escribes. Yo lo hice en verso y tu en prosa; pero ese es el significado exacto: de nada vale ganarlo todo si no se aprecia hasta que se pierde. No vale la pena perder la vida por cosas vacuas en vez de dar prioridad a lo que verdaderamente importa.
EliminarUn abrazo Teresa.
Poema que invita a releerlo una y otra vez por su profundidad. Me ha gustado, Javier. Ya dije en el prólogo a tus relatos cortos que estaban muy cercanos a la poesía; y este poema me ratifica en mi idea. ¡Aplausos!
ResponderEliminarUn abrazo
Cuestión de calidad y de intensidad. La cantidad impide abarcar todas las sensaciones.
ResponderEliminarEl amor será el legado más duradero, estoy seguro.
Un abrazo Julio.
Si amigo, empecé mi afición escribiendo poemas y ahora es difícil dejar de escribirlos de vez en vez, cuando la prosa no llega para describir ciertos sentimientos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Juan Carlos.
Me ha encantado, Francisco.
ResponderEliminarUna muy forma muy elegante de expresar que somos más que un simple reflejo detrás del cual se pueden esconder tantas cosas. Somos más que eso.