lunes, 1 de junio de 2020

Cuesta trabajo




Tampoco hoy encontré trabajo. Por más empeño que pongo en demostrar mi profesionalidad, no consigo convencer a los jefes de personal de las diferentes empresas donde me presento.
Alegan que con ochenta y tres años tengo un “curriculum notable” pero una “vitae” insuficiente.

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Este oficio es de lo más monótono. Sobre todo por la cantidad de horas muertas que pasan entre la atención de un cliente y otro. A eso le sumamos la aparente indiferencia de estos a pesar de la atención personalizada que reciben por mi parte. Menos mal que lo compenso con muchos  momentos bucólicos contemplando los cipreses plantados al lado de la tapia. De otra manera las jornadas se me harían eternas.
¿Por qué me hice sepulturero?
Mi padre me decía que no echara tierra sobre mi futuro y mi madre me repetía de continuo: “Hagas lo que hagas se pulcro”

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El próximo favor se lo pido a Santa Rita que a lo mejor es mucho más receptiva a la hora de concederlos.
Mi único deseo era más que razonable señor juez, le explico. Encontrar un banco donde recibir el dinero justo por la labor desempeñada. No está el mercado como para muchas alegrías, pero de algo tendrían que valer todos los años de preparación y entrenamiento.
El caso es, que en ninguna de las entidades en las que me presentaba tenían en cuenta mis argumentos. En todas rechazaron mis propuestas. Quizá no fuera lo más razonable hacerlas a punta de pistola…
Bueno, lo dicho, que  rechazo al abogado de oficio, prefiero a la abogada de los imposibles para que con un poco de suerte me libre de toda pena.

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– ¡Quiero un trabajo! ¡Quiero un trabajo! ¡Quiero un trabajo!
– ¡Oiga! Que yo solo soy un simple funcionario de la oficina del paro
–Perdone, no estaba hablando con usted, me dirigía al genio de mi lámpara mágica.




Derechos de autor: Francisco Moroz




jueves, 21 de mayo de 2020

La fórmula magistral





Le confesé a mi padre lo que había hecho pero ni se percató de mi presencia, y como con estudiada indiferencia siguió a lo suyo.

Recurrí a mi madre y le conté los pormenores del asunto y fue como si no me hubiera oído, visto, ni sentido. Y eso no es algo normal en ella, siempre tan atenta a todo.

Para qué decir de mis dos hermanos, directamente pasaron delante de mí, como si no estuviera cerca de ellos, casi rozando sus cuerpos.

Con lo cual consideré que el experimento había sido todo un éxito. Lo malo, es que ahora mismo no sé cómo revertir el proceso de invisibilidad.

Derechos de autor: Francisco Moroz



jueves, 14 de mayo de 2020

Resurrección






Espero el milagro por quinta vez sin resultado alguno. Ya me estoy empezando a cansar, a sentirme decepcionado; y eso que me considero un fervoroso creyente cuya fe es de esas que puede mover montañas.
La cuestión es, que mi interés por verificar el pasaje evangélico en el que se nos narra cómo Jesucristo resucitó a Lázaro va disminuyendo.  Será porque se me acumulan los cadáveres en casa.

Derechos de autor: Francisco Moroz

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