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Puerta principal de la casa de dementes de Santa Isabel Antes y ahora) |
Ya lo dice “Ketama” en una de sus letras: “No
estamos locos que sabemos lo que queremos” y yo me permito cambiar la última
palabra por un “Tenemos”.
Y es que los Leganenses saben lo que tienen en
su villa y saben de su importancia; otra cosa es que las autoridades
competentes en cuestiones de patrimonio quieran reconocerlo, apreciarlo y
conservarlo para las generaciones futuras.
Y es que entre otros, hay un edificio que por
sí solo hizo que Leganés estuviese en boca de muchos por causa de
una institución pionera en su tiempo.
Estoy refiriéndome a la “Casa de dementes de
Santa Isabel”
nombre que se les adjudicó en honor a la reina Isabel II, a unos edificios que
ocupaban 50.ooo metros cuadrados y que fueron
adquiridos por la junta provincial de la capital a un tal Juan Gómez, por valor
de 340.000 reales, aproximadamente unas 85.000 pesetas. Lo que supondrían en la
actualidad unos 511 €. ¡Cómo se revalorizan ciertos
productos inmobiliarios!
Y
más teniendo en cuenta que constituían la antigua residencia de los duques de
Medinaceli.
“El
manicomio” se inauguró un mes de diciembre de 1851.
Hasta ese momento Madrid carecía de una
institución sanitaria similar, y por tanto fue toda una referencia pionera para
un proyecto mucho más ambicioso consistente en la creación de otros cinco
centros dentro del reino de España. Pero como suele ocurrir con este tipo de
sueños utópicos en los que abunda la buena voluntad y faltan los dineros;
este, fue el único que se habilitó para acoger a un grupo de enfermos
marginales afectados por las enfermedades mentales tan desconocidas en su
tiempo.
Lo cierto es que en un principio las instalaciones ubicadas en los antiguos edificios eran
en primera instancia provisionales, pues la pretensión era construir un edificio
de nueva planta; proyecto que quedo en agua de borrajas y en “Un quiero pero no
puedo.”
Para
mitigar tanta limitación pecuniaria se hicieron reformas
para adecuar dos pabellones diferenciados, uno
para hombres y otro para mujeres,
acogiendo el día de su apertura a 22 individuos de cada sexo.
Como os podéis imaginar y en un principio, el
personal sanitario y asistencial
estaba compuesto por religiosas pertenecientes a la orden de las hijas
de la caridad y la dirección del centro a cargo de un presbítero o rector. Todo muy adecuado al proceder de
la mentalidad de la época en que la voluntad divina estaba por encima de todo
lo demás.
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Antiguo grabado del comedor de mujeres Tranquilas. Atendido por las hermanas de la caridad. |
Hasta
el año 1859 no podremos encontrar a un médico al frente de la institución,
siendo Don José María Miranda el primero
que ostenta tal privilegio.
Aclaro,
que Leganés por entonces era un pueblo pequeño con muchas carencias fundamentales
a la hora de prestar ciertos servicios. Por ejemplo se carecía de agua
corriente potable (esta no llegaría hasta 1912) medidas higiénicas
fundamentales o comunicaciones insuficientes. Por lo cual, ese proyecto que en
un principio pretendía crear un manicomio modelo a nivel nacional, no pudo
llevarse a cabo quedando a mitad de camino convertido en algo precario. Cuando
la densidad de residentes aumentó, se vio la realidad de unas instalaciones igual
de deficientes que las atenciones recibidas por los pacientes.
A
causa de las dificultades económicas las condiciones tanto de habitabilidad
como de cuidados fueron degradándose; recibiendo el centro muchas críticas por
parte de reconocidos especialistas en enfermedades mentales, como de escritores
de la talla de Benito Pérez Galdós que dejó escrito en uno de sus libros titulado
-La desheredada-: “La Casa de Santa Isabel era un corral más propio de gallinas
que para enfermos, donde cualquiera volvería a caer en la demencia”. Más triste es sospechar, que muchos de los ingresados fueron encerrados por rencores, venganzas familiares, por temas de herencia, de infidelidades... Fue una forma alternativa de quitarse de enmedio a personas molestas para los intereses de algunos.
En
la actualidad el manicomio ya no tiene
locos al uso, de los “decimonónicos” de
los que empezó a estudiar aquél pionero llamado Luis Simarro, prócer que
dirigió la institución allá por el 1877. Ahora es un centro de salud asociado pared con pared a un instituto psiquiátrico
llamado José Germáin.
Como
curiosidades os comento que el número máximo de internos que acogió la “Casa de
dementes” fue de 2200 individuos más o menos. Durante y después de la guerra
civil el número descendió considerablemente
por razones obvias.
Otro
dato curioso es que uno de esos “Locos” residentes que habitó entre las paredes
fue el conocido asesino “Cayetano Galeote y Cotilla” un cura amancebado, rijoso y sin autentica vocación;
que descerrajo tres tiros por la espalda al obispo de la diócesis de Madrid “Narciso
Martínez Izquierdo” en las escaleras de la por entonces catedral de San Isidro
situada en la calle Toledo, un domingo de ramos de 1866 al grito de: ¡Ya estoy
vengado!
Fue
el primer condenado que se libró de la cárcel, pues se alegó que sus facultades
eran menguadas y por lo tanto no era responsable de sus actos. El ser internado
en el manicomio representó mayor condena quizá que el garrote al que estaba
abocado a causa de su crimen.
Falleció
dentro del centro allá por el año 1922.
Sería el mismo Benito
Pérez Galdós que en su día le visitó el que diría: “Galeote parece una fiera
enjaulada, balanceándose con un movimiento semejante al de los cuadrúpedos
aprisionados”
Y os preguntareis por
la causa de su crimen. La causa fueron 18 reales por decir misas, que pensó que
perdería por el nombramiento de otro curilla usurpador. Vengándose en la figura del obispo que ignoró sus cuitas.
¿Y dónde vivía por
entonces este magnicida?
Pues en el mismísimo “Callejón
del infierno.” ¡Sí! habéis leído bien. Un callejón por el que se accede a la
plaza mayor, nombre que se le adjudicó después del incendio de 1672, uno de los
tres incendios que se originaron en la citada plaza, y a causa de que las
llamas desbordaban e invadían la calle mayor por este inusitado aliviadero.
Pero para más I.N.R.I
también lo habitó el cura “Merino” y este sí que murió por garrote vil por el
intento de acabar con la vida de Isabel II.
Dicho callejón en la
actualidad se le llama “Calle del arco del triunfo”
Un libro en el que
aparece citado (El manicomio) como parte de una historia, es el titulado “El circulo del alba” de “Luisa Ferro".
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Grabado antiguo de la casa de dementes Santa isabel |
Otro, con mucha más carga emocional es el titulado: "Cartas desde el manicomio". Se trata de una recopilación de manuscritos que quedaron olvidados en el archivo del centro. Escritas por muchos de los residentes como medio terapéutico, recopiladas en este libro gracias a la labor de un grupo de psiquiatras. Cartas donde se presiente la desesperación, el miedo diario, la precariedad y los abusos. Gritos de auxilio a los familiares para que les rescatasen del abandono y el olvido al que habían sido relegados. Estas cartas nunca llegaron a su destino y es ahora cuando ven la luz, como testimonio de una historia no muy lejana, cuya lectura nos conmueve. Epístolas que no parecen estar escritas por dementes, sino por cuerdos muy sensatos que proclaman la injusticia de sus encierros injustificados.
Una lectura muy recomendable.
Y la última
curiosidad es, que el primer tranvía que circuló en España, fue el que conducía
de Madrid a Leganés y viceversa, por causa de la tan afamada “Casa de dementes”.
¡Bueno! Por eso y por los famosos productos hortícolas.
Pero
eso constituirá la siguiente historia de mi pueblo de adopción.
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Fachada principal del solar de los Medinaceli. (Actualmente) |
Continuará
Derechos de autor: Francisco Moroz