Paul Willkinson era el prototipo de hombre que atraía a
las féminas por su belleza y constitución física. Tenía un encanto peculiar que
le hacía despuntar sobre los demás.
Su personalidad no estaba construida sobre artificios ni falsedad, tampoco sobre mentira ni artimaña. Era lo que se dice un hombre honesto y cabal, de esos que las mujeres denominan como: caballeros que se visten por los pies. Las sabía tratar con respeto y cortesía.
Tenía cualidades que le hacían destacar sobre el resto de competidores, cuando se trataba de seducir y conquistar los corazones de aquellas que se cruzaban en su camino.
Por ejemplo su voz de tenor, que resaltaba en la coral con brío arrollador.
Cuando cantaba parecía escucharse el sonido profundo del océano con las olas batiendo en los acantilados. Todos temían hacer pareja con él en los dúos. Los compañeros le miraban con resquemor, nadie podía competir con ese don natural que Paul parecía poseer.
Todos se sorprendieron cuando su cadáver apareció flotando en el Támesis, con heridas de arma blanca; muchos sabían de la animadversión que le profesaban algunos, pero hasta el punto de que fueran capaces de terminar con su vida, no.
Las investigaciones se llevaron a cabo con diligencia, como todo lo que se hace en la capital británica, pero los resultados de las pesquisas se hacían esperar. Los noticiarios y los periódicos se hacían eco de la noticia; pues no en vano se trataba de una de las mejores voces masculinas del coro de la Abadía de Westminster. Nadie podía comprender las razones que habían motivado el macabro suceso.
Todo empezó a encauzarse cuando el inspector que tomó el caso, dictaminó de manera convincente, que el perfil del asesino era el del típico individuo envidioso, falso, y celoso de las virtudes ajenas. De esos que de cara te adulan, te palmean y te abrazan, mientras que por detrás te clavan puñales en la espalda.
El caso estaba claro, ahora habría que empezar a interrogar a unos cuantos cientos de ciudadanos británicos, dentro del entorno cercano a la víctima.
Pero era solo cuestión de tiempo y de ganas.
Su personalidad no estaba construida sobre artificios ni falsedad, tampoco sobre mentira ni artimaña. Era lo que se dice un hombre honesto y cabal, de esos que las mujeres denominan como: caballeros que se visten por los pies. Las sabía tratar con respeto y cortesía.
Tenía cualidades que le hacían destacar sobre el resto de competidores, cuando se trataba de seducir y conquistar los corazones de aquellas que se cruzaban en su camino.
Por ejemplo su voz de tenor, que resaltaba en la coral con brío arrollador.
Cuando cantaba parecía escucharse el sonido profundo del océano con las olas batiendo en los acantilados. Todos temían hacer pareja con él en los dúos. Los compañeros le miraban con resquemor, nadie podía competir con ese don natural que Paul parecía poseer.
Todos se sorprendieron cuando su cadáver apareció flotando en el Támesis, con heridas de arma blanca; muchos sabían de la animadversión que le profesaban algunos, pero hasta el punto de que fueran capaces de terminar con su vida, no.
Las investigaciones se llevaron a cabo con diligencia, como todo lo que se hace en la capital británica, pero los resultados de las pesquisas se hacían esperar. Los noticiarios y los periódicos se hacían eco de la noticia; pues no en vano se trataba de una de las mejores voces masculinas del coro de la Abadía de Westminster. Nadie podía comprender las razones que habían motivado el macabro suceso.
Todo empezó a encauzarse cuando el inspector que tomó el caso, dictaminó de manera convincente, que el perfil del asesino era el del típico individuo envidioso, falso, y celoso de las virtudes ajenas. De esos que de cara te adulan, te palmean y te abrazan, mientras que por detrás te clavan puñales en la espalda.
El caso estaba claro, ahora habría que empezar a interrogar a unos cuantos cientos de ciudadanos británicos, dentro del entorno cercano a la víctima.
Pero era solo cuestión de tiempo y de ganas.
Derechos de autor: Francisco Moroz
¿Noto cierto resquemor hacia la rigurosidad e inflexibilidad de los ingleses o es solo imaginación mía? Sabes que recientemente lo he podido comprobar, por lo que estoy de acuerdo con tu relato (hasta podía haberme encontrado con Paul en la Abadía si tardo unos días más en regresar).
ResponderEliminarDe lo que no cabe duda es de que fue sagaz el inspector ;-)
Bonita foto la que has elegido.
A Spanish kiss!
Mientras iba escribiendo el relato pensaba en tu reciente viaje, de eso no te quepa duda. Al igual saqué las mismas conclusiones que el sagaz inspector, ¡Claro! que para ello no es necesario de estudiar y prepararte en ninguna academia British de élite.
EliminarKiss for you my friend.
Muy perspicaz el inspector, me ha gustado el relato, aunque denoto en él cierto reflejo de como es el inglés, en fin aún así un buen relato como siempre. un abrazo. TERE
ResponderEliminarEl inglés tradicional es de carácter flemático, o eso dicen los tópicos que los encasillan de esta manera.
EliminarDesde luego el inspector es toda una lumbrera de la deducción y también está claro que se tomará la investigación con mucha calma. el estrés para los impacientes.
Besos amiga Teresa.
No sé si ese inspector sabrá resolver el caso pero no se le puede negar el don de la lógica. Intuyo que la investigación irá para largo. Y es que ya se sabe, como dice el refrán de no sé qué autoría: si la envidia fuera tiña, !cuántos tiñosos habría!
ResponderEliminarMe ha encantado leerte.
Un abrazo.
Bueno, como por esas tierra el tiempo no se lo toman a la ligera y lo tienen todo muy cronometrado, quizás tengan el suficiente para resolver este caso que e presenta un poquito peliagudo por la cantidad supuesta de sospechosos cercanos a la víctima.
EliminarComo se dice por aquí: Tiempo al tiempo.
Un abrazo Josep
Muy bueno, Francisco, ja, ja,ja. Me ha encantado tu sentido del humor con fina ironía británica. Si es que no se puede ser tan perfecto e ir concitando envidias por doquier. Como dice Josep Mª, la investigación se va a prolongar porque sospecho que enemigos por envidia es lo que le sobraba al tenor.
ResponderEliminarUn beso.
La ironía es el humor que habitualmente más uso y más me gusta, pues juegas con el doble sentido sin que los que no son duchos en estas "malas" artes no entiendan y poniendo cara de no saber por donde les viene.
EliminarLos ingleses tienen también sus cosillas.
Besos.
Esta flema británica se nos vuelve odiosa o un tanto insoportable a los de sangre latina, ya que como ha quedado clarísimo en tu brillante microrrelato, dicho inspector tendrá que encender unas cuantas pipas, tomarse otros tantos whiskys, repasar varias veces los testimonios de esos cientos de británicos cercanos a la victima y quizás...quizás...quizás dar carpetazo al caso exclamando: "Entre todos lo matamos y él solo se murió".
ResponderEliminarUn placer volverme a pasar por aquí y dejarte mis saludos.
Un fuerte abrazo.
Cierto todo lo volcado en tu comentario. Son de otra pasta, con sus cosas buenas y malas; yo les admiro esa paciencia y esa tranquilidad que tienen a la hora de afrontar imprevistos o urgencias; es como si la cosa no fuera con ellos. También nosotros, acostumbrados a otros ritmos y otros desordenes, exageramos sus actitudes para destacar las nuestras que en muchas ocasiones son peores.
EliminarUn gran abrazo amiga.
Los británicos tienen mucha flema y el inspector que lleva el caso de Willkinson mucha guasa. Si siempre muestra la misma perspicacia a la hora de elaborar el perfil psicológico de un asesino, no creo que resuelva muchos casos.
ResponderEliminarUn beso, Francisco
El inspector como verás utiliza la lógica más aplastante, algo que nadie se atreverá a contravenir ni contradecir pues cae por su propio peso. Otra cosa diferente es el tiempo que invierta en la resolución del caso, si es que encuentra dentro del amplio circulo del tenor a alguien con ese perfil que le haga culpable.
EliminarBesos Paloma
El inspector tendrá que hacer "cantar al coro", sobre todo a las voces masculinas... Buen relato: el toque British lo hace distinguido.
ResponderEliminarUn beso grande y muy buen finde, Francisco ;)!
Fer
Ja,ja,ja. Muy bien traído ese: "Hacer cantar al coro". creo que lo tendrá un poquito crudo este investigador, tendrá que poner mucho de su parte para "cantar las cuarenta" a los posibles sospechosos de sus pesquisas.
EliminarBesos mi amiga Fer.
Bueno, me parece que la envidia no es propiedad británica, como dice el refrán "Si la envida fuera tiña..." Me parece que el inspector tiene trabajo para rato, ahora me explico por qué no dieron con Jack El destripador, je,je,je... Magnífico micro
ResponderEliminarHas dado con el quit de la cuestión David. El destripador se les escapó por los pelos y por esa flema que les impide agobiarse por unos asesinatos de más o de menos.
EliminarGracias por tus apreciaciones compañero.
Un saludo.
Un relato con cierta crítica a lo británico. Me ha encantado. La verdad es que nunca he estado para descubrir de primera mano esa rigurosidad que los caracteriza, o por lo menos los encasilla. Como los españoles que siempre estamos de fiesta. Jejeje.
ResponderEliminarUn besillo.
Son los tópico típicos de cada nación, según nos caigan de bien o de mal así los calificaremos. con nuestros vecinos pasa lo mismo. Pero es cierto que los ingleses tienen para según que cosas, cierta pachorra.
EliminarGracias por pasarte por aquí María
Besos
Jajaja muy bueno esos interrogatorios a cientos de ciudadanos británicos, menos mal que tienen la flema inglesa.
ResponderEliminarMe ha gustado la fina ironía que gasta tu micro y ese jugar con los estereotipos.
Ese mirar mal al que todo parece tener me parece que es un mal compartido entre muchos países.
Un beso
Tú que me conoces un poquillo, sabes que la fina ironía con la que aliño algunos de mis relatos es congénita en mi y no la puedo remediar. La sal y la pimienta, la cal y la arena. Je,je.
EliminarUn placer tu compañía y lo sabes.
Besos.
Un magnifico y brillante relato, donde según mi entender juegas a que nada es lo que parece y lo que parece no es lo que es. Me gusta el uso de tópicos y típicos que vas utilizando a lo largo de todo el texto para ir describiendo a los britanicos y a los que no lo son, pues aunque ellos tengan esa flema chirriante, la envidia es patrimonio de la humanidad.
ResponderEliminarUn besazo.
Tu comentario tan acertado como de costumbre, se nota que sabes leer entre líneas.
EliminarMe gusta sobre todo la frase que usas al final: La envidia es patrimonio de la humanidad y no solo de los ingleses.
Gracias amiga por dejarme tus letras.
jijiji qué bueno Francisco! :)
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo, un relato divertidísimo!
Ahora sólo le queda al pobre inspector una ardua tarea por delante.
Besos.
Y mucha santa paciencia para encontrar al culpable.
EliminarTe mando un beso.
Un micro con ironía y los ingleses tomándose todo con parsimonia y lentitud. La envidia entre su circulo es lo que lo mató. Ahora el inspector tiene que investigar a fondo. Un abrazo
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