¿Me
oyes? ¿Me oyes?
Era
la quinta vez que el hombre preguntaba, y gradualmente el volumen había ido subiendo
en intensidad a causa del miedo que le producía el hecho de no obtener una
respuesta.
Se
encontraba aislado en una habitación, en la más absoluta oscuridad envuelto en
un silencio que lo gobernaba todo.
Su
mujer, que hasta hace unos momentos estaba a su lado antes de quedarse dormido,
había desaparecido sin dejar rastro y parecía
no escuchar sus gritos.
A
punto de perder los nervios, notó que le agarraban el brazo de manera
tranquilizadora y de pronto vio la luz que entraba por la ventana cuando su
esposa abrió la persiana. Después ella se acercó con una sonrisa burlona y le
tocó las orejas. En ese justo instante empezó a escuchar su voz y a comprender
que de nuevo había dejado los audífonos apagados.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Me siento identificada con este relato, ya que como creo que sabes, y si no te lo digo, uso audífono en el oido derecho y Implante Coclear en el izquierdo y se lo que se siente cuando no oyes. Ahora ya me he adaptado pero al principio no oír lo llevaba muy mal y solo cuando voy a la playa y a la piscina que no puedo llevar ni una cosa ni la otra me siento mal porque no puedo oír ni las conversaciones ni el sonido del mar, es ahí cuando si me siento mal pero el resto del día con el audífono y IC feliz.
ResponderEliminarGracias por a través de este relato, dar a entender lo que siente una persona sorda, y como siempre magnifico.
Un abrazo.
Hola Teresa. sí, sabía de tu problema de audición y me alegro de tu asertividad para con él. Creo que por ello vives con mayor intensidad todo, aprecias y disfrutas de esas pequeñas oportunidades que nos brinda la existencia para ser felices.
EliminarQue sirva este pequeño relato como homenaje a todos vosotros.
Un beso, compañera.
Buen relato, aunque me temo que un poco irreal. Por lo que he observado con mi madre, mi suegro y un primo de mi padre, los audífonos solucionan muy poco. O yo he dado con personas recalcitrantes. Todos ellos utilizan esos aparatos, y mi tío por partida doble, y yo me paso la vida gritando y muerta de frustración porque no se enteran. Te aseguro que les da igual tenerlo encendido que apagado.
ResponderEliminarAunque veo que a Tere le van bien. Lo que te digo, he dado con recalcitrantes.
Un beso.
Creo que los sordos tienen esa fama de gruñones, desconfian de los que hablan cerca, pues piensan que lo que se habla es contra ellos.
EliminarDe ahí que sean tan suspicaces.
Los aparatillos "Audífonos" son una verdadera castaña e incordio para ellos. Cuando no se les agotan las pilas, se les desajusta de la oreja. Se les acopla el sonido y les ocasiona pitidos muy molestos, por no decir del alto coste que supone el adquirirlos y mantenerlos limpios. Un sordo por lo general está cabreado con el mundo por no poder oírlo y tener que interpretarlo. (Leasé esto, con un poco de humor) Que se que los que padecen sordera ya sufren bastante con su problema. Mi madre lo sufre y se de que hablo.
Muchas veces que son recalcitrantes y a lo mejor el problema somos nosotros que somos poco pacientes.
Un beso
Un micro angustioso que termina con una sonrisa. Aunque casi mejor no escucharlo, despertarse con el ruido de la persiana al subirse es uno de los sonidos más odiosos que marcan la ahora de levantarse e ir al trabajo y la rutina diaria. Me encantó. Un abrazo, Francisco.
ResponderEliminarGracias David. Es verdad que ciertos sonidos y determinados comentarios es mejor no escucharlos para no sufrir más de lo necesario.
EliminarHe querido terminar con ese giro un tanto humorístico para quitar hierro a esa angustia que los sordos deben sentir al no poder escuchar su entorno.
Un abrazo, compañero.
Debe ser angustioso sentirse solo y aislado en plena oscuridad, y que tus requerimientos de ayuda no se vean satisfechos. Menos mal que tu protagonista vio pronto resuelto el problema. Después de la ceguera, la sordera es un grave inconveniente físico que aisla a quien lo padece de su entorno.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu forma de presentarnos, en forma de microrrelato, esa situación.
Un abrazo.
La soledad no consiste en no tener a nadie cerca, sino en no poder comunicarse con normalidad con el entorno. Los sordos se sienten aislados, como bien dices. Fuera de onda, de lugar y ciertamente algo desplazados al no poder conversar con fluidez.
EliminarEl perder alguno de los cinco sentidos debe de suponer un lastre para los que acostumbramos a utilizarlos con normalidad.
Un abrazo, amigo
Esa sensación de despertar en que estar dentro y fuera del mundo consciente se entremezclan de manera confusa. Me ha gustado. Bravo
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por tu comentario Juan Carlos.
EliminarEs esa sensación de no poder interrelacionarse con el entorno. Sentirse confuso y desorientado. No prever el peligro, lo que nos altera los nervios.
Un abrazo.
Sentirse a oscuras y aislado es una sensación frustrante. Hay gente que vive así y nada pueden hacer para salir de esa situación. Buen relato como siempre. Un abrazo.
ResponderEliminarCuantas veces no nos hemos despertado de pronto en medio de la noche, sin saber a ciencia cierta en que lugar estamos, si es de mañana, tarde o noche, y que hora. Eso teniendo todos los sentidos. Es frustrante para los que carecen de alguno y tienen que valerse de otras herramientas.
EliminarUn abrazo María del Carmen.
Rosa una genialidad corto bello claro glamoroso mil besos para vos
ResponderEliminarNo me llamo Rosa, pero de igual manera agradezco tu comentario
EliminarOtros tantos besos para ti.
Perdon el blog es de Francisco felicitaciones abrazo
ResponderEliminarGracias Recomenzar.
EliminarOtro abrazo.
Hola, Francisco.
ResponderEliminarLa verdad es que hasta que no sabes lo que está pasando, el micro produce mucha angustia.
Suerte de ese final que proporciona luz para todos, :)
Un beso.
Me alegra que la lectura del micro te haya producido sensaciones, eso es señal que tienes una buena sensibilidad y me complace que sientas leyéndome.
EliminarBesos también para ti.
Creo que un buen filtro de estupideces y ruidos innecesarios seria conveniente acoplarnos al oído para no sufrir agresiones continuadas.
ResponderEliminarA mi personalmente no me gustaría perder ninguno de los cinco, en todo caso ese sexto, relacionado con la intuición.
Un abrazo Julio.