lunes, 5 de noviembre de 2018

La nada




El baúl de los juguetes está cada vez más vacío, lo vengo comprobando desde hace más de sesenta y cinco años.
La razón tal vez sea que los soldaditos de plomo pasaron de moda y los tacos de madera perdieran sus colores.
Que las muñecas ya no lucieran sus sonrisas y su lustrosa apariencia, o que se extraviaran muchas de las piezas de puzzles y mecanos.

El caso es que todo está cada vez más vacío, hasta la casa lo está de toda la jarana infantil, de las carreras por el pasillo y de las voces chillonas de aquellos niños que se fueron hace ya tanto tiempo.

Solo mi cabeza sigue repleta de recuerdos y de historias. Pero al contrario que los juegos y los paseos disfrutados con hijos y nietos. Ahora, con tanta soledad, no tengo con quién compartirlos. También yo me estoy quedando deshabitado como el baúl en el que se guardaban los juguetes.


Derechos de autor: Francisco Moroz






18 comentarios:

  1. Te ha sentado bien tu tiempo de descanso... como siempre tu creatividad me sorprende.. Un abrazo.

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    1. Gracias amiga. También me alegra el encontrarme contigo.
      Un abrazo.

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  2. Me ha encantado, Francisco.
    Un abrazo

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    1. Me alegra y te lo agradezco Ana.
      Otro abrazo para ti.

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  3. Precioso y nostálgico relato. Es muy triste que para la etapa final de la vida, todo lo que queda sean recuerdos de tiempos más felices idos para siempre. Y si hay que recordar en soledad, mucho peor aún.
    Un beso.

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    1. Si son recuerdos bueno, estos, todavía llenaran nuestras horas de instantes de felicidad. lo malo es cuando ni recuerdos nos quedan.
      Un beso, amiga.

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  4. El único baúl que se va llenando con los años es el de los recuerdos. Pero si alguna desaprensiva enfermedad nos los roba, entonces sí que ya quedamos completamente vacíos. Ese es el final más triste de una vida.
    Me ha encantado leer este nuevo microrrelato.
    Un abrazo.

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    1. Tu comentario me ha recordado a esa canción que fue tan tarareada hace muchos años por una generación de jóvenes, que eramos nosotros y que, ya ves, recordamos como tantas otras cosas pasadas.
      Es del todo cierto, y tristísimo eso que comentas. Cuando lo perdemos todo, incluso los recuerdos, mejor morirse y terminar con la agonía de una soledad injustificada.
      Un abrazo Josep.

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  5. Estoy con lo que dice Josep Mª. Mientras mantengamos los recuerdos en la cabeza nos podemos sentir afortunados incluso. Lo malo es cuando ya no. Bonita comparación de aquélla con el baúl de los juguetes.

    Besos, Francisco

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    1. Los recuerdos alargan los momentos en los que fuimos felices, los malos, se borran de forma, diríamos que higiénica, para dejarnos libres de lastres y tristezas que nos harían muy dolorosos los últimos años de nuestra existencia.
      Un beso, Chelo.

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  6. El paso del tiempo es cruel y deja vacíos difíciles de volver a llenar.
    Pero para eso está la memoria si se puede recurrir a ella.
    Un beso.

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    1. La memoria es la herramienta utilizada para nuestro consuelo vital. Cuando esta nos falla nos resentimos y empezamos a morir.
      Otro beso para ti.

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  7. Quién fuera niño de nuevo, para crear más recuerdos de los que más tarde podernos alimentar.
    Nostálgico y bonito relato, Francisco.
    Besos.

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    1. Cuando dicen que los niños son la alegría de una casa no les falta razón. Cuando crecen y vuelan del nido dejan un vacío que es difícil llenar a base de recuerdos, pues estos van difuminándose según pasa el tiempo y cumplimos años. Morimos llenos de añoranzas.
      Gracias por tus palabras.
      Besos.

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  8. Si se puede recordar es que se ha vivido y aunque es triste ese paso del tiempo lo importante es acumular viviendo muchos recuerdos mágicos.
    Besos

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    1. Es más o menos que lo que dicen sobre el dolor: "Si te duele es que estás vivo."
      Al menos de vez en cuando, podemos, para nuestro consuelo, traer de nuevo esos pequeños retazos de vida, aunque sean retales del pasado.
      Besos.

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  9. Vivir de los recuerdos es lo que nos deja el paso del tiempo. Pero por desgracia muchos de los ancianos ya no se acuerdan ni de esos recuerdos que nos deja la infancia , ni el paso del tiempo por la vida. Un abrazo.

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    1. Lo triste es lo que escribes en tu comentario, que no nos quede nada a lo que aferrarnos en nuestra vejez, y nos sintamos perdidos y desamparados. Despojados de todo recuerdo.
      Otro abrazo.

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