No
quiero volver a verte nunca más, pues desde que nuestros pasos se encontraron me
obsesioné contigo y desesperé con mi mala fortuna.
Fue
aquel, un acercamiento inesperado entre tú y yo en las calles de la ciudad que
habito.
Tu
pelo negro, tus ojos verdes mirándome con desafío a la cara. Tu paso felino y
relajado que cortó por un instante mi respiración agitada al verte frente a mí.
Te
convertiste en una visión fantasmal durante un efímero minuto que trastocó la
jornada habitual.
Y es
que siempre dijeron que los gatos negros, no aportan buena suerte al que se los
cruza en el camino.
Derechos de autor: Francisco Moroz