jueves, 26 de marzo de 2020

La expedición






Todo empezó con el anuncio de un final antes del principio.

Y siguió con un viaje a través del universo. Estuvimos hibernando en cámaras estancas acondicionadas en base a la ciencia criogenética para la conservación de organismos vivos. Con total ausencia de percepciones sensoriales. Perdidos en la nada más completa y oscura, olvidada absolutamente la noción del tiempo.

Después de miríadas de estrellas nunca presentidas por nuestros científicos y de galaxias  atravesadas por la nave a una velocidad sólo comparable con la de la energía lumínica;  llegamos por fin a nuestro destino.
Allá desde donde veníamos nos creíamos dioses omnipotentes, poderosos, indestructibles y eficaces con todo aquello que nos proponíamos ¿Acaso no habíamos hecho realidad la idea de llegar hasta aquí?

En aquellos años y antes de ser conscientes de nuestros errores, tuvimos que sufrir parte del caos como el hambre, el frío la enfermedad o las guerras fratricidas encadenadas unas con otras. La muerte siempre presente junto a tanta imperfección y debilidad. Tanta codicia y soberbia. Y soledad en cada final de cada una de las historias personales.

En contadas ocasiones dimos el justo valor a la vida como tal, solo la considerábamos como soporte para conseguir nuestra felicidad, una somera ilusión basada en saciar los instintos básicos y prevalecer soberanos por encima de lo creado. Degradamos, corrompimos, devaluamos, ensuciamos, expoliamos, quemamos y destruimos todo con derroche, sin el  pudor ni la sensación de que la tumba estuviese bajo cada una de nuestras decisiones desacertadas. Desoímos a los pocos que avisaban de la precariedad de los ecosistemas, del derrumbe inminente de la casa que habitábamos.
El planeta colapsó, pero no antes de que se preparara una expedición de exploración para encontrar algún entorno habitable. Solo unos pocos elegidos evaluados por sus cualidades. Mujeres y hombres a partes iguales formamos parte de la misma.

Después de ser despertados por los sistemas informáticos programados para hacerlo en cuanto los detectores de viabilidad lo considerasen apropiado. De programar los parámetros para proporcionar oxígeno y la temperatura idónea al habitáculo y de escanear el exterior, nos reconocimos entre nosotros después de estar aislados y ausentes tantos años. Asistimos silenciosos a la bajada de la compuerta de salida de la astronave. Con el pensamiento particular de empezar de nuevo, de explorar el medio, colonizar con prudencia el nuevo mundo, sabiéndolo administrar utilizando sus recursos con sabiduría, respeto y moderación.
Se nos brindaba una segunda oportunidad para hacerlo.

Bajábamos despacio, embelesados por la luminosidad del único astro que alumbraba este planeta ignoto. Extasiados ante tanta belleza y variedad de colores. Presentimos a otros seres vivos muy diferentes a nosotros, que se acercaban curiosos a una distancia prudencial medio ocultos entre árboles y maleza, escuchábamos absortos el sonido del agua y disfrutamos de la caricia del aire puro con el que llenamos los pulmones después de nuestro forzado encierro.

Felices como niños inocentes, que después de estar ausentes regresaran a su hogar. Y de esta forma, algunos abrazados y otros cogidos de las manos, sonreíamos mirando al cielo, mientras las primeras gotas de una suave lluvia acariciaban nuestros rostros.
La expedición de la que formábamos parte era conocida con el nombre de Evadán y este paraíso al que estábamos destinados desde el principio era un lejano planeta llamado tierra.

Mi primera reflexión fue que este lugar tenía un nombre muy humilde para ser tan grandioso y elocuente.

Derechos de autor: Francisco Moroz






sábado, 21 de marzo de 2020

Teoría de la conspiración







–Tengo más que claro que el Covi-19 es un virus que escapó del laboratorio experimental de Wuhan en China, aunque las autoridades lo ocultan para no reconocer su error y provocar alarmas que les pueden acarrear sanciones por parte de la comunidad internacional.


– ¡Que no hombre! fue en China donde se originó, pero por la falta de higiene de sus habitantes y esos peculiares alimentos que ingieren casi crudos: murciélagos, ratas, culebras, perros… ¿Acaso no los ves por las calles hurgándose la nariz y escupiendo?

–Pues he leído en un mensaje que me envió mi cuñado que está muy puesto en estos asuntos, que esta pandemia ya la predijo el gran astrólogo Nostradamus.

– ¡Quita! ese era solo un cantamañanas del tres al cuarto. Además no era astrólogo sino médico y adivino. Se trata de bulos que se inventan algunos que parece se aburren en casa con esto de la cuarentena. Los escriben y se los atribuyen a este, que fue un oportunista vaticinador, en cuyas cuartetas parecen encajar todos los desastres de la humanidad. 
Yo creo que en realidad es una conspiración de Estados Unidos para desacreditar a sus máximos competidores económicos para que pierdan el crédito de las masas poblacionales consumistas para que dejen de comprar sus teléfonos móviles. Entre otras cosas porque lo de los aranceles impuestos parece que no les dieron buenos resultados.

– ¿Y si fueron los propios chinos los que propagaron el virus para diezmar a la población y contener la enorme densidad demográfica del país y de paso quitarse parte de la competencia? ¿Y los Yihadistas no tendrán algo que ver en todo esto? Puede tratarse de una nueva forma de terrorismo a base de bichitos virulentos  destructores de mucosas.

–Uno no sabe que pensar con tanta fake news.

– ¿Quieres saber mi opinión personal?

–Dime.

–Se trata de una conspiración judeo masónica para hacerse con el control global de la humanidad, como cuando lo de los judíos de Toledo y los Reyes Católicos y todo eso. Encima encaja con la teoría del  Nostradamus ese, que era de procedencia judía. Al final va a resultar que el Hitler era un visionario redentor.

–Yo tengo una teoría que no es tan loca como la tuya. El responsable de este caos es el gobierno de la nación. Se trata de sus nuevos planes secretos para ahorrarse los sueldos del subsidio de desempleo y los de jubilación por descarte y óbito de los cotizantes.

No puede ser casual lo del virus ¡Ya te digo!

–Tampoco te has parado a pensar que puede que se hayan puesto de acuerdo todas las mujeres para obligarnos a permanecer en casa. No es casualidad que hayan cerrado bares y clausurado todo tipo de eventos deportivos. No se puede salir en grupos, solo de uno en uno. Dentro de casa nos vemos obligados a hacer tareas domésticas y ayudar con los niños sí o sí. Para más inri todo el santo día vigilados, como en gran hermano. Esto no puede ser más que una confabulación de todas ellas para tenernos controlados. No podemos presentir sus sonrisas mefistofélicas detrás de nosotros, mientras aplaudimos en el balcón como panolis mientras pensamos, que hasta esto lo estamos haciendo también por propia iniciativa, y sin sospechar que es la forma de celebrar entre todas la gran victoria sobre todos nosotros, excusándose con que los aplausos están dedicados a los sanitarios.


– Deberíamos publicar en las redes sociales estas reflexiones y hacerlas virales ¿No crees? A ver si despiertan y aprende la gente a identificar a los responsables y creadores de estos tipos de caos pandémicos.

–Yo de momento me voy a tomar un paracetamol  para ver si se me baja la fiebre y así poder salir con mi mujer a hacer la compra al súper, por ver si han traído ya el papel higiénico, que solo me quedan veinticinco rollos con los que no llego a fin de mes. Que hay tontos del culo, nunca mejor dicho, que arramblan con todo.

–Pues aquí en casa somos más de ibuprofeno y a los cinco que somos nos está aliviando además de la fiebre, las toses y los dolores de cabeza. De hecho si hace bueno esta tarde saldremos a dar una vuelta para ver a mi anciana madre que está muy solita la pobre en su casa.

– ¡Los malditos imbéciles son los que provocan semejantes situaciones! Y los ignorantes que no siguen las normas básicas de sanidad.

–Eso amigo ¡Maldita Estulticia!

-¿El qué?


derechos de autor: Francisco Moroz



lunes, 16 de marzo de 2020

Pronóstico erróneo




Me equivoqué de parte a parte, por ello he fracasado estrepitosamente.

En principio la táctica para posicionarme en lo más alto del mercado era impecable. Publicité mi empresa, divulgué la inquietante noticia por las redes a todos mis contactos, para que estos a su vez la compartieran y la hicieran viral. Propagué la alarma social detallando las consecuencias si no poníamos remedio al asunto de manera inminente. A continuación oferté mi producto estrella. Rotundo, convincente, seguro y solo con efectos secundarios saludables, para que los individuos reaccionaran como uno solo, con pulsión de masas, y lo adquirieran con ansiedad arrebatadora como solución al problema, agotando todas las existencias de mi almacén, con lo cual mi negocio subiría como la espuma y podría verme en el ranking mundial de los mejores traders visionarios de business. Suponía que me haría de oro.

Mis previsiones no resultaron acertadas a causa de los erróneos parámetros introducidos, a saber: Mi empresa es una librería, la noticia la ola de incultura que azota el país, La alarma, que la ignorancia puede ser perjudicial para la salud y el entorno. Además los libros no están de moda ni resultan atractivos como vacuna ante la estupidez.

Si fuese director de un gran laboratorio farmacéutico la historia hubiera sido otra en todos los conceptos.

Derechos de autor: Francisco Moroz

martes, 10 de marzo de 2020

Realidad mágica




Los zapatos vacíos de tacón de aguja estaban al lado de la cama. Serían la prueba fehaciente de que ella estaba junto a él, compartiendo caricias y besos. Por eso la imagen la retendría en la memoria, no fuera a olvidarlo todo al amanecer, cuando despertara. 
Después de una noche de lujuria y pasión desenfrenada con aquella increíble mujer que le volvía loco de placer estaba agotado. 

Con ese pensamiento se durmió.

Sonó el despertador.

Al voltearse, ella ya no estaba a su lado, había desaparecido junto con sus elegantes zapatos negros de tacón.
Hubiera jurado sobre lo más sagrado que todo había ocurrido en realidad y no de que se tratara de un engañoso sueño. Pero lo más inaudito es que tampoco encontró su propio calzado al lado del lecho.
Se puso los calcetines y se fue a trabajar.

Retendría esa imagen durante el día para evitar pensar en su propia y más que dudosa existencia.


derechos de autor: Francisco Moroz


martes, 25 de febrero de 2020

Noviembre - 1936






Juan y María se conocieron en la pradera de San Isidro, bailaron juntos por primera vez en la verbena de La Paloma y desde hacía pocos años compartían una buhardilla en el barrio de Lavapiés donde habían construido su nido de amor.

Ella era modistilla, él, aprendiz de impresor. Con poco dinero inventaban momentos para ser felices. Paseaban de la mano su amor por la Plaza Mayor, bajo los carteles del –No pasarán-, junto a la Cibeles; la linda tapada la llamaban por entonces, cubierta de sacos terreros para salvaguardarla de las explosiones de las bombas. Se tomaban un café aguado de vez en cuando, con la excusa de sentarse enfrentados y perderse cada uno en los ojos del otro.

Su amor era incombustible. Con él y sus cuerpos se bastaban para conseguir el calor necesario en las noches heladoras y los muchos besos que se daban, les proporcionaban la luminosidad en esos oscuros y aciagas jornadas llenas de incertidumbre y tan escasas de alimento que llevarse a la boca. Con las caricias obtenían la tranquilidad imprescindible con que apaciguar la angustia de la soledad.

Cuando las escuadrillas de las tres viudas* surcaban el cielo, bajaban de dos en dos las escaleras de su edificio para buscar refugio en el portal o en el sótano. Si les pillaba en la calle corrían pegados a las paredes buscando la más cercana boca de metro;  subterráneos que se habían convertido en sumideros de miseria compartida.
Hace un mes las tropas rebeldes llegaron a los arrabales de los Carabancheles y accedido a la Casa de Campo y desde allí asediaban la metrópoli. Entre tanto desde dentro, algunos que se llamaban así mismo defensores, eliminaban a los traidores colaboracionistas. Todo aquel que se oponía a sus requisas o les parecía sospechoso, era encontrado al amanecer junto a la tapia de algún cementerio con el tiro de gracia en la cabeza.

A Juan lo llamaron al frente, estaba en edad de luchar, aún sin instrucción militar le mandaron a reforzar las líneas de la ciudad universitaria; por donde el enemigo pretendía entrar a la capital. Metido en la trinchera durante las tensas noches silenciosas, pensaba en María.
En su ausencia, ella se acurrucaba en un rincón de la buhardilla para hacerse invisible, pues la muerte se paseaba por las calles con las patrullas con un fusil al hombro, a la caza de incautos, o se apostaba en los balcones disfrazada de francotirador.

Añoraban el verse, el tocarse, el besarse, para comprobar que era real lo que sentían con tanta intensidad. Pero les había tocado vivir su amor en tiempos de mucho odio exacerbado, donde los vecinos se delataban entre ellos y las venganzas se dictaban diariamente con sentencia de pena de muerte.

Aquella mañana fue una de tantas en la que los tonos grises predominaban en un cielo que amenazaba lluvia. Frío intenso de mes de noviembre. María pensó en su Juan, se lo imaginaba temblando dentro de un agujero excavado en la tierra embarrada, soportando la humedad que subía del río Manzanares con el poco abrigo que le proporcionaba su mono de trabajo y una chaquetilla de paño. Agarró una manta y un gorro de lana que una vez tejió para él y salió a la calle para llevarlos, o al menos para buscar a alguien que se los entregara.

Pero empezó a tronar el cielo con el rugido de los motores de los aviones, que después de un intenso bombardeo nocturno volvían con una nueva carga de fuego y metralla para los inocentes.

Ella se encontraba cerca de la barriada de Argüelles pasando al lado de un edificio conocido con el nombre de: casa de Las flores, donde las barricadas y los parapetos dificultaban el paso, corría como nunca lo había hecho, pero su destino fue más rápido cayendo a plomo desde lo alto, reventando en pedazos y esparciendo cascotes y fuego a partes iguales. De María sólo quedó un último pensamiento dedicado a su amado, pensamiento que se fue diluyendo junto a la sangre y el polvo en suspensión de los escombros. Los sueños quedaron destrozados.

Quiso el infortunio que Juan perdiera la vida casi en el mismo instante en que el tabor* de regulares y una bandera de la legión asaltaran las trincheras donde se encontraba con sus compañeros de armas. Muerte rápida a punta de bayoneta, donde la ilusión del reencuentro con su mujer se tornó imposible.

Así me contaron esta historia empañada de tristeza y desesperanza, que conservé en mi memoria durante la juventud.
Ahora paseo por Madrid, casi ochenta años después de que estos hechos ocurrieran y encuentro todavía restos de las cicatrices que dejó esta guerra entre hermanos. Perfiles de líneas de trincheras, hondonadas producidas por las explosiones de minas, bunkers,nidos de ametralladoras. Y en ciertas fachadas, las marcas ocasionadas por los proyectiles. Todo ello donde ahora hay parque, universidad y hospital.

Pero mi imaginación se resiste a este final. Quisiera cerrar este relato con el hallazgo en el Parque del Retiro, medio escondido entre los nudos leñosos de un castaño de indias, de un corazón grabado a navaja, donde figuran los nombres de Juan y María junto al año en que su amor fue pura pasión, como la puesta por los españoles en matarse, durante una cruel guerra que no se debería repetir jamás: Mil novecientos treinta y seis.





*  Junkers JU 52. Modelo de bombardero alemán utilizado en la guerra civil. Las formaciones de asalto la realizaban de tres en tres, por lo que los madrileños las denominaban de esta forma.

* Tropas de regulares de tetuán. Significa batallón, conformada principalmente por moros.


Derechos de autor: Francisco Moroz



jueves, 20 de febrero de 2020

No vale la pena





Empezó a llorar inmediatamente sin posible consuelo. No eran lágrimas de arrepentimiento ni de dolor, tampoco lo eran de alegría ni de tristeza. Mucho menos lágrimas  de emoción despertada por algún recuerdo.

Consideró que no merecía la pena, que era una forma absurda de llorar.
Por lo tanto se quitó el delantal, dejó el cuchillo y apartó la maldita cebolla de su vista.

Derechos de autor: Francisco Moroz



viernes, 14 de febrero de 2020

Feliz día de los enamorados





 Como todos los años bajaba a la playa y se sentaba en la arena, frente al horizonte, serena y tranquila, siguiendo con la mirada el perfil de las olas desde que se formaban allá adentro, hasta que besaban sus pies con sus puntillas blancas y espumosas.

 A la hora convenida, él se acercaba silencioso y pausado por detrás y la rodeaba suave para no sobresaltarla. Le susurraba al oído todo lo que la añoraba y la echaba de menos en días como estos. Le rozaba la piel desnuda con su aliento de brisa, y se quedaba tendido en su cálido regazo.

 Ella sentía el escalofrío que presagiaba y anunciaba su llegada y al rato se sentía envuelta en un abrazo tenue, como imaginado en sueño. Escuchaba muy adentro esas palabras dedicadas tan solo a ella en las que le declaraba su amor eterno.

 Era su enamorado, el mismo que le prometió junto al mar, que si partía primero hacía la otra orilla, vendría todos los años por estas fechas, para recordar que el amor por la mujer con la que compartió sus días no moriría nunca.

 Y ya habían transcurrido seis años desde que se fue de su lado. En ese instante, una lágrima furtiva, pasó a formar parte de la inmensidad del mar.

derechos de autor: Francisco Moroz

sábado, 8 de febrero de 2020

Relatos sin rumbo fijo


Muchos años han pasado desde que este proyecto fue soñado y otros tantos, desde que empezó a conformarse como tal. 
La historia en sí es muy, muy larga, pues empecé a escribir con dieciséis años aproximadamente y desde entonces no he parado de hacerlo. Es cierto que de manera diferente a como la que conocéis. 
Pues la poesía era mi forma primigenia de expresarme. Un concepto particular de plasmar mis sentimientos y emociones y alguna realidad de lo más común, pero de manera lírica.
La prosa me dominó desde el momento en que este blog vio la luz, con una base inicial de presentaciones y valoraciones de obras ajenas de autores reconocidos o al menos conocidos de los libros que pasaban por delante de mis ávidos ojos de lector.
Ellos me proporcionaron el cimiento que me ayudó a decidir el dar el siguiente paso.
Un paso que me precipitaba en un abismo desconocido para un servidor, el de la autoedición.
Pero por fin y gracias al apoyo de unos profesionales como la copa de un pino, y naturalmente a los lectores, seguidores y amigos que habitualmente me habéis animado con vuestras opiniones y comentarios. Os puedo presentar lo que es mi primera obra en formato papel.


Os dejo la sinopsis de la contraportada.

   El contenido de este libro es variopinto y sin un rumbo fijo definido; como bien indica el título ¿Para qué nos vamos a engañar? Las cosas claras desde el principio.
       Es el resultado de muchas horas escribiendo para el blog abrazo de libro, la plataforma desde la que dio comienzo esta aventura.
       Lo conforman pequeños relatos que cuentan una historia completa con un argumento sencillo, que al igual que las parábolas, las fábulas o los cuentos dejan moraleja, conclusiones, reflexiones, o simplemente una cara de sorpresa originada por un final inesperado. Pero en ningún caso te dejarán indiferente.
      No pretendo descubrirte nada si te digo que la lectura agranda los horizontes del lector y le hace vivir muchas vidas diferentes; eso ya lo dijo George R.R. Martin de manera parecida antes que yo. En este caso, solo se trata de llenar tiempos de espera, con algo breve, ameno y una pizca de espíritu inspirador. Pues encontrarás en estas páginas humor y amor, drama, terror, trampantojo y sorpresa. Pero sobre todo, entretenimiento a base de escritura creativa, con mucho sentimiento a flor de piel que espero no te deje indiferente.
      Si con algo de lo que leas te conmueves, sonríes, lloras o disfrutas; habrá valido la pena mi esfuerzo, al igual que  el sufrimiento del pobre teclado mientras era aporreado por mis dedos.
     Solo deseo que cada vez que leas uno de estos pequeños relatos, goces con lo escrito, de la misma forma que yo lo hice mientras ordenaba las letras para darles algún sentido.
     Que esta manera de compartir,  llegue a convertirse en complicidad entre nosotros.
Recibe mi abrazo querido lector.


Si deseáis adquirirlo os dejo estos enlaces:

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En el Corte Inglés.



Muchas gracias por seguir al lado de mis letras.
Abrazos de libro y sobre todo de los otros.

lunes, 27 de enero de 2020

El orden del día





En el ascensor.

–No me apetece nada tener que ver de nuevo al animal del Primero-A. Menudo gallito de corral que está hecho, siempre vigilante de su corte de gallinitas a cuál más clueca y fea.

–¡Claro! de tal palo tal astilla, que la madre no es ninguna joya pulida, es una ¡Co,co,cotilla! que cacarea cualquier rumor del vecindario, exagerando y adornándolo con elementos de su propia cosecha. A lo mejor “Don gallo” no quiere darse cuenta que ya tiene a la zorra dentro del gallinero. Que las hijas tampoco son unas santas. Esas sí que han sido pulidas.

–Joé como os pasáis. ¿Pero qué opináis de la del Primero-C? Tampoco la perdáis de vista.

–Yo la conozco como la vaca.

–Pero si es flaca como sarmiento y más plana que una torta gazpachera.

–La denominación se la he puesto porque tiene ¡Muuuu! mala leche la ¡Muuuu! jodía, ya sabéis, siempre sembrando discordia como buena cizañera que es.

–Y además su marido le pone los cuernos con la ¡Co,co, cotilla! Del Primero A.

–¡Mira! Eso no lo sabía, y mira que estoy al quite de lo que pasa en el rellano.

–¿Y qué me decís de los del Segundo-D, los que viven de alquilados?

–Que son una piara de cerdos de mucho cuidado, que yo creo que no saben lo que es el agua y que van dejando a su paso más rastro que una página pornográfica en un historial de internet. Gruñendo cuando se les llama la atención y berreando como gorrinos en día de matanza cuando hacen coros, con la música heavy que ponen a todo trapo y a cualquier hora.

–Y dios nos libre de los del Segundo-B. Él un vago redomado que como perro que es, se pasa todo el día tumbado a la bartola o en el bar, sin mucho afán de buscar trabajo.

–Y que ladra más que habla, cuando no está de acuerdo con la mayoría, creando polémicas innecesarias en las reuniones.

–¿Y su pareja qué? Doña perfecta. Sin mácula, como la virgen María, que únicamente se relaciona con quien la reverencia y le baila el agua. Menuda perra está hecha con esas ínfulas de superioridad. Ni que fuera la condesa del “Porlosco”.

–¿A esta también se la pule el del Primero-C?

–Pues no te extrañe, menudo verraco en celo que está hecho ese…

En el portal.

–¿El del Tercero-A no trabajaba en la construcción?

–¡Sí! presumía de ganar un pastizal, pero eso fue antes de la crisis. Después vino el despido y tuvo que vender el chalet adosado para venirse a vivir a este edificio.

–Pues el dinero no le dio educación ni cultura. La prueba es como rebuzna el muy asno a su pobre mujer y como ignora los saludos de los vecinos en la escalera. Lo mismo que un borrico.

–¡Ja, ja, ja! Eso es por la carga de la frustración que arrastra como mula.

–¿Bajará hoy el patoso del Tercero-C?

–¿El tartaja que no se entera de la misa la mitad?

–Ese mismo, el "pato Donald". Hay que repetirle todo por activa, pasiva y perifrástica. Es un cansino de mucho cuidado que retrasa todas las reuniones. Siempre con sus ¿Cua, cua, cuándo hay que pagar? ¿A cua, cua, cuánto asciende la cuota? ¿Cua, cua, cuáles las causas de la derrama?

–El que me mosquea es el ganso del Segundo-A.

–¿A quién te refieres a ese que vive solo y que tiene más pluma que un palomo cojo?

–¡Ese, mismo!

–Pues menudas yeguas entran en su casa, parecen modelos de pasarela.

–No te fíes, también entran pavos muy vistosos.

–Bueno a ver quién aparece en la reunión de vecinos hoy, que después se quejan los que menos participan después que somos pocos los que hablamos y lanzamos propuestas.

–Es cierto, solo protestan en “Petit comité” como viejas del visillo.

–Y ponen en entredicho lo que decidimos los demás. ¡Menuda fauna! ¡Solo saben criticar al resto! Habrá que cantarles las cuarenta algún día y dejar las cosas claritas.

–Parece que baja el ascensor…

–¡Hola vecinos, muy buenas tardes! ¿Qué tal todo?

–¡Bien bien!

–Que estábamos hablando aquí, que de hoy no pasa. O lo solucionamos ya en esta junta o esto se nos alarga en el tiempo.

–¿A qué os referís?

–A cambiar de administrador de una maldita vez.

–¡Justo de lo que veníamos hablando en el ascensor! ¿Verdad?

–¡Verdad, verdad! ¿Y cua, cua, cuándo le comunicamos la decisión?

–Pues hombre ya iremos viendo sobre la marcha a ver quién le pone la puya al toro..

–Es que menudo inútil que está hecho. Si hiciera su trabajo en vez de convocarnos a tanta reunión otro gallo nos cantaría. Por cierto ¿Qué tal su mujer y sus preciosas hijas?

–Bien gracias. ¿Y a usted cómo le fue la entrevista de trabajo que tenía pendiente esta semana?

–¡Shsss! Ya viene por ahí el administrador de la finca.

–Hoy nos rebelamos y lo mandamos al carajo ¿Eh?

–¡Mirad! Trae la misma cara de un buey gallego tirando de un carro…

 Mientras se va acercando, el administrador piensa:

–¡Madre mía! Esta comunidad es como la granja de George Orwell. Y estos, un rebaño de cabrones dispuesto a ponerse de acuerdo para complicarme la vida. Tengo unas ganas de jubilarme para irme a vivir a la casa del pueblo. Al menos allí estaré entre borregos de verdad.

–¡Buenas tardes señores! Veamos el orden del día.


Derechos de autor: francisco Moroz




viernes, 24 de enero de 2020

Mucho garbanzo suelto






Se me acumulan los garbanzos, las lentejas y las judías, pareciera que las legumbres hubieran invadido la casa. Sin embargo otros alimentos antes habituales en la cocina han desaparecido. El jamón, los chorizos, los huevos, el queso y hasta la leche de vaca ¿Será cosa de magia?

¡Pues no! la culpa es solo de mi hija y de esa nueva forma que tiene de no comer; la dieta vegana, esa que consiste en no comer casi de“ná” y en la que te quedas casi siempre con gana. 
Creo que esto es peor que el ayuno y la abstinencia. Yo le añadiría a esa palabreja una "n" entre "ve" y "ga" y una "z" antes de la última "a". "Venganza"
Algo le habré hecho a la niña para que me haga víctima con los daños colaterales.



Derechos de autor: Francisco Moroz

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