viernes, 29 de julio de 2016

Al calor de las letras




Creo haber sido testigo y a la vez víctima de una desgracia. 

Me hallaba sentado ante el ordenador delante de una página virtual en blanco, intentando escribir algo coherente y con sentido, unas letras iluminadas que formasen un relato corto que fuese mínimamente atractivo como para que un supuesto lector exigente en sus gustos, se tomase la molestia de leerlo. Pero nada, la inspiración debía estar de vacaciones, pues ninguna idea genial me venía a las mientes.

Cuando más desesperado estaba, y ante la imposibilidad de coger la hoja y arrugarla para tirarla a la papelera, uno de los grandes problemas de lo virtual; sentí un escalofrió mojado en mi nuca y un pequeño temblor en mi cuerpo que me anunciaba que un espíritu creativo y fértil estaba a mi lado.

De pronto una chispa se encendió en mi cerebro, chispa que hizo funcionar las neuronas con velocidad de vagoneta de montaña rusa en caída libre.
Mis dedos empezaron a teclear frenéticos movidos por la inercia motivadora de unas células grises que habían recibido la señal divina de la musa de turno, que con suma generosidad acudió a mi llamada posándose sobre mis hombros, susurrándome una historia la mar de sugerente.

Como pájaro áureo de fuego me incendiaba con su energía radiante y purificadora de ardiente sol. Todo mi ser se calentaba con su aliento cálido traído desde el parnaso de los escritores...

Pero la tragedia ocurrió de pronto: mis dedos se paralizaron, las ideas se esfumaron tan rápido como vinieron. 
Fue la desgracia a la que me refería en el comienzo:

Mi musa se había derretido sobre mi cuerpo dejándome pringoso. O eso, o que la maldita e infernal temperatura me hizo sudar a mares, anulando toda capacidad de raciocinio y concentración. Así es imposible escribir, está visto que las letras, al contrario que las bicicletas, no son para el verano.

¡Ozú que calor!


Derechos de autor: Francisco Moroz



miércoles, 27 de julio de 2016

Cazadores y alimañas




El depredador había llegado a su destino, después de meses de trabajarse a la víctima por correo electrónico, en una de esas redes sociales tan eficientes que se
estaban definiendo como una herramienta primordial para contactar con ellas.

La había localizado gracias a un perfil falso, haciéndose pasar por un pueril adolescente de 17 años casi perfecto: alto, y atlético, deportista, buen estudiante y comprensivo ¡Muy comprensivo!

Después de diálogos escritos y mensajes muy sentidos la niña accedió a mandarle su foto. Se trataba de una chiquilla de poco más de 12 años, regordeta de piel blanca y pura, y con cabello rubio y rizado; todo un manjar para un tipo como él, que pretendía saciar sus apetitos lascivos en su cuerpo de niña, desatando todos sus instintos sádicos de abusador de menores.

Ella tenía problemas de autoestima y de falta de comprensión por parte de sus padres y compañeros de clase; parecía que huía de todos ellos por diversas causas, no se sentía querida y se desahogaba en los chat contando sus desdichas de pre-adolescente. Era soñadora y deambulaba por mundos imaginarios donde él, se alzaba como su adalid y salvador de sus desdichas.

Ese proyecto de mujer era un manjar para sus sueños aberrantes de posesión, con ella consumaría todos sus oscuros deseos, esos que le perturbaban y hacían que se excitara como una bestia en celo.

Le había tendido una tupida red de tela de araña, halagando su belleza, regalando su sensibilidad y  emociones a base de palabras suaves y tiernas. Lo único que le pidió a la niña era discreción, para evitar, según le explicó, el que las malas lenguas pudiesen cebarse con su pretendida relación de enamorados y dieran al traste con sus proyectos de futuro en común de amigos y casi pareja de enamorados.

El la nombraba como “su dulce niña” y presentía que ella se deshacía como gelatina cada vez que lo leía escrito en el ordenador.

Se relamía de placer cuando después de tantear el terreno recibía las respuestas esperadas a las preguntas, que disfrazadas de interés, eran únicamente añagazas para recabar información sobre la rutina que la niña desarrollaba en su día a día.
Al fin llegó el momento de un encuentro real en una pequeña casa de campo a las afueras de una pequeña población no muy conocida.

La chica saldría de la casa donde vivía con sus padres y se encontraría con él adentro. Hasta le dijo donde se escondía la llave de la puerta para que entrara sin problemas…

...Allí estaba después del viaje. Había llegado desde el sur donde vivía, hasta el norte, donde habitaba la chiquilla, cinco horas de viaje que el compensaría con una intensa primera sesión de sexo apasionado, descontrolado no exento de dureza, que dejaría algunas señales sobre la cálida y virginal carne de la mujercita, a la que sometería con violencia y fuerza bruta de alimaña.

Con la llave que encontró escondida en el parterre, abrió suave la puerta  para no recibir alguna sorpresa desagradable. En silencio entró y escuchó con atención, para a continuación, decir el nombre de la muchachita con cierta ansiedad incontenible, la presintió arriba, le contestó con esa dulce voz que él había recreado en su imaginación, le solicitaba que subiese arriba, al dormitorio…

La puerta  del cuarto estaba entornada, intuía movimiento adentro, no era ningún pardillo que se dejara atrapar en una tonta encerrona, el cazador era él, y muy inteligente como para haber captado a ese tentador bocadito de nata,  con lo cual se cercioró que era solamente la muchacha la que estaba allí adentro.

Abrió despacio y la vio en todo su esplendor. Carne tibia debajo de un corto vestido rosa de dulce impúber, ojos celestes que le miraban con sorpresa, brillos dorados en su melena rizada y extrañeza al no encontrar enfrente a su adonis de 17 años, a su príncipe de cuento. Ya no había marcha atrás ¡ Era suya, solamente suya! y estaba a su merced e indefensa a sus caprichos calenturientos y rijosos.

Pero dos cosas también le extrañan a él, a saber: Que la niña no esta asustada y que en la habitación hay tres camas y no sólo una como correspondería.

Cuando quiere reaccionar, tres bestias enormes de diferentes tamaños entran por la puerta atropelladamente y se abalanzan sobre su cuerpo sin darle ocasión a defenderse. Le desgarran, laceran y destrozan a dentelladas. Le mutilan y le arrancan trozos de carne con las garras; el pederasta profiere gritos horribles que nadie escucha, y lo hace hasta que se ahoga en su propia sangre mientras es devorado con calma, ya sin prisa ni ansia alguna.

La niñita mientras, baja a la cocina y abre la tapa de su ordenador portátil que está encima de la mesa.

Medita sobre el desarrollo de los últimos acontecimientos y se siente satisfecha. Hace unos meses estaba desesperada al no saber cómo iba ella, tan pequeña e indefensa, a alimentar a sus tres queridos osos pardos, y mira tú por dónde la solución se la proporcionó la red social más utilizada por los chavales, esa misma que utilizan los tramperos sin escrúpulos para captarles a ellos.

Se sentía orgullosa de haber conseguido lo inaudito, lo que se dice: “Matar dos pájaros de un tiro.”Cazar al cazador y dar de comer a sus animales.

Cuando el ordenador está encendido se introduce en la red social marcando su perfil con su Nick personalizado, donde figura su presunto nombre. Y teclea un mensaje: “Me siento sola e incomprendida por mis padres, mis compañeros me ignoran porque estoy gorda, siento su desprecio en las miradas. Necesito amigos.”

Al cabo de 10 minutos entra un aviso en el servidor donde se solicita su amistad. Ella acepta y al rato puede leer un mensaje donde un usuario con el nombre de:"Metro sexual" dice: “Hola preciosa yo tengo el mismo problema, podríamos ser amigos y llegar a conocernos lo suficiente como para entablar una bonita relación”

-¡Bien! El cebo ha funcionado de nuevo, -dice la niña en voz alta, dentro de unas semanas tengo el suministro asegurado.

Después de intercambiar unos cuantos mensajes ingenuos y provocadores con ese usuario desconocido que se hace llamar “Metro sexual” cierra la cuenta con su perfil donde pone: “Ricitos de Oro”.



                                                                                                          Derechos de autor: Francisco Moroz




martes, 26 de julio de 2016

Tres días, tres citas (III)


Lo siento si os agobio un poco, pero cogí carrerilla para terminar con el reto hoy mismo, pues sino se me acumulan las entradas, los concursos, los relatos y todo aquello que llevo adelante.

La verdad es, que estos días de verano ando un poco liado y escaso de tiempo para estos menesteres, por lo cual aprovecho el día de fiesta que nos ha sido otorgado gracias a la causa de Santiago apóstol, y cumplo fielmente con el cometido.

Esta vez os traigo un libro que reseñé en su momento y que me dejó una sonrisa en el rostro. se trata de -Tardes con Margueritte- una lectura entrañable con personajes que llegan a tocarte la fibra sensible, la del alma más que la de la razón. 
Una lectura que me llenó de sensaciones y vibraciones muy positivas, donde no falta el humor y el amor, pues el cariño fluye como el agua entre los amigos, los amantes y la tal Margueritte.

Os dejo una de las frases que escritas en el libro, parecen conducirte a ese estado de felicidad sencilla que raya, en ingenua alegría de vivir.




Con esta entrada doy por finalizado el reto, y como habréis notado soy muy mío y he obviado nombrar más blogs en las últimas dos entradas. No quiero agobiar con cadenas interminables.
Creo que como ejercicio literario hemos conseguido entre todos implicar a unos cuantos, y tampoco es cuestión de abusar ¿No os parece?

Abrazos

lunes, 25 de julio de 2016

Tres días, tres citas (II)


No quiero dejar pasar mucho tiempo para subir la segunda parte de este reto en el que nos hemos embarcado unos cuantos blogs literarios.

Como no podía ser de otra manera y dado que este año, es año señalado para las letras españolas representadas por el ínclito Cervantes. Aprovecho, para poner una de sus innumerables frases incluidas en su más afamada obra: -Don Quijote de la Mancha-, y de esta forma seguir homenajeando de manera particular, a un hombre que supo encumbrarse al Parnaso de escritores, a pesar de la injusticia, las penurias y las calamidades sufridas; dejándonos citas hermosas llenas de verdad, reflexión y sapiencia.

En este caso el escritor pone en boca del hidalgo una enjundiosa cita referida a ese tipo de belleza que oculta, no pasa inadvertida para nadie: la belleza interior, esa que también nombraba Saint Exupery pero esta vez en boca de un zorro en el libro del 
-Principito-. 
Me ha parecido original comprobar que unos cuantos cientos de años antes, un sabio escritor con gorguera se le adelantó señalando las cualidades de la auténtica belleza.


sábado, 23 de julio de 2016

Tres días, tres citas (I)







A este reto que se extiende de manera viral entre lectores, me he apuntado gracias a la amable propuesta de María Campra.Esa famosa mamá escritora que anda por la red bloguera.

Se trata de poner una cita de tres libros leídos y que te hayan
influido de alguna manera.
Yo personalmente voy más allá y pongo en este caso más que una cita de uno de los libros del género que más me gusta: el histórico.

Se trata de la obra de Mika Waltari. "Sinuhé el egipcio" y que contiene en forma de prólogo un pequeño compendio de sabiduría sobre la palabra escrita.
Dice así:


" Todo vuelve a empezar y nada hay nuevo bajo el sol; el hombre no cambia aun cuando cambien sus hábitos y las palabras de su lengua. Los hombres revolotean alrededor de la mentira como las moscas alrededor de un panal de miel, y las palabras del narrador embalsaman, como el incienso, pese a que esté en cuclillas sobre el estiércol en la esquina de la calle; pero los hombres rehuyen la verdad. Yo, Sinuhé, hijo de Senmut, en mis días de vejez y de decepción estoy hastiado de la mentira. Por esto escribo para mí solo lo que he visto con mis propios ojos o comprobado como verdad. En esto me diferencio de cuantos han vivido antes que yo o vivirán después de mí. Porque el hombre que escribe y, más aún, el que hace grabar su nombre y sus actos sobre la piedra, vive con la esperanza de que sus palabras serán leídas y que la posteridad glorificará sus actos y su cordura. Pero nada hay que elogiar en mis palabras; mis actos son indignos de elogio, mi ciencia es amarga para el corazón y no complace a nadie. Los niños no escribirán mis frases sobre la tablilla de arcilla para ejercitarse en la escritura. Los hombres no repetirán mis palabras para enriquecerse con mi saber, Porque he renunciado a toda esperanza de ser jamás leído o comprendido. En su maldad, el hombre es más cruel y más endurecido que el cocodrilo del río. Su corazón es más duro que la piedra. Su vanidad, más ligera que el polvo de los caminos. Sumérgelo en el río; una vez secas sus vestiduras será el mismo de antes. Sumérgelo en el dolor y la decepción; cuando salga será el mismo de antes. He visto muchos cataclismos en mi vida, pero todo está como antes y el hombre no ha cambiado. Hay también gentes que dicen que lo que ocurre nunca es semejante a lo que ocurrió; pero esto no son más que vanas palabras. "


Hago extensible la propuesta a estos tres blogs:

A boca de jarro
Entre mil letras. libros y cultura
Blog literario Amaranto



miércoles, 20 de julio de 2016

Un hombre llamado amapola



  
 De joven le llamaron mariposa, y no precisamente por sus devaneos. Quizá sí, por la delicada elegancia de sus ademanes, de la que carecían la mayoría de sus compañeros de estudio. Nació hombre y no tenía tendencias homosexuales. Lo llamaban así porque su lado femenino a veces se imponía, su sensibilidad hacia las personas y los animales era notable. No era brusco ni violento, sus gestos tranquilos y pausados, su forma de hablar respetuosa y moderada.

Él amaba las cosas bellas, un paisaje le conmovía, al igual que una escena donde se resaltara la ternura. Se sentía inspirado al escuchar una melodía, y corría a escribir unos versos si algo hermoso le suscitaba a ello. No quedaba indiferente ante un relato apasionado de amor, de la misma forma se estremecía ante los pasajes de dolor y sufrimiento.

¿Por qué la emotividad, el afecto y la suavidad tenían que ser atributos solo femeninos? ¿Los hombres estaban exentos del derecho a pulsar la cuerda del alma, que vibra con esa cadencia armoniosa y diferente?

Nunca se avergonzó de su forma de ser ni de su manera de actuar. La intuición le dictaba que era lo correcto y sentía que las personas se encontraban a gusto a su lado; reconocidas y aceptadas. Las escuchaba intentando comprenderlas,sin juzgarlas.

Se extraviaba de vez en cuando con ensoñaciones en las que era apropiado para todos, el poder expresar las emociones en vez de esconderlas, verter unas lágrimas en vez de tragárselas con impotencia, sonreír abiertamente, y acariciar o abrazar cuando era necesario…

…Se convirtió en lo que era, para poder ayudar a las personas rechazadas por los obtusos.

Actualmente sus amigos lo llaman amapola, pues no puede evitar el sonrojo cuando le dicen que es el mejor de los psicoterapeutas que conocen.




Derechos de autor: Francisco Moroz


viernes, 15 de julio de 2016

Génesis



Hacía meses que me estaba preparando para el encuentro, no me sentía seguro de nada, y nadie me había orientado sobre cuál debía ser mi proceder en los momentos que se perfilaban ya muy próximos.

¿Quién era yo? ¿Cuál mi identidad? 
No recuerdo ni tan siquiera mi nombre, es como si mi estado de consciencia lo hubiera recuperado solo unos meses antes borrándose todo lo anterior; no conseguía recordar nada previo, ni siquiera saber donde estaba ubicado ni cual mi misión.

Puedo deciros que he sentido que mi cuerpo ha sido objeto de análisis periódicos para que nada fallara y todo saliera perfecto.
He presentido murmullos, melodías y ritmos que me tranquilizaban acunando mi corazón, poniéndolo en un estado de placidez que me hacía sentir seguro.

Pero ahora todo eso ha cambiado, llevo un periodo de tiempo indeterminado en alerta máxima. Todo se precipita, noto la urgencia y el miedo en el entorno ¡Mi miedo! ¡No me siento capacitado para comunicarme! ¡No estoy preparado para sobrevivir! ¡Moriré en cuanto abandone la cápsula en la que me hallo sumergido! 

Soy un ser débil, vulnerable. No soy nadie, y nadie me conoce.
¿Cómo fui engendrado? ¿A dónde me dirijo? ¿Quiénes me esperan?
Tiemblo en mi fragilidad, me remuevo inquieto cuando todo a mi alrededor se conmueve en espasmos irreversibles de dolor.
Ya no hay vuelta atrás en este instante que se ha convertido en un camino sin retorno hacia un destino ignoto.

Soy impulsado por una fuerza superior a la que ejerce mi propio cuerpo que sale expelido de la cúpula que me acoge, y como en una lanzadera voy directo hacia una luz deslumbrante. Mi final o mi principio.

Cierro los ojos con fuerza y siento la presión exterior, entro en un estado de colapso, me encuentro desorientado y perdido. No respiro hasta notar que sobre mi cuerpo se ejerce violencia. Lloro como criatura de carne palpitante que soy.

Grito de desamparo, de frío, de angustia y soledad... Pero solo hasta que escucho un sonido dulce y diferente a todas las cacofonías que me rodean. Un sonido que relaciono a otro escuchado con anterioridad. Una voz que rememoro de aquel, mi paraíso perdido.

Noto la tranquilizadora presencia de un ser superior cerca de mí, un ser femenino que me llama hijo, y noto lágrimas húmedas y saladas sobre mi piel que me arropan con una calidez inusitada.

Abro los ojos en la certidumbre de que estoy en buenas manos, manos suaves, y me pierdo en una mirada color de miel y almendra que habla de ternura por sí sola.
Empiezo a comprender con esa lucidez instintiva de los nacidos hijos del hombre, el significado del Amor. La  certeza plena de que mi misión empieza a adquirir pleno sentido bajo la tutela de esa energía positiva.

Hoy he tomado mi primera decisión: a este ser que irradia tanta energía luminosa y calorífica le será dedicada mi primera sonrisa en cuanto aprenda a sonreír.

"Si hay algo grandioso en la creación ha de llamarse Madre."




Derechos de autor:Francisco Moroz

jueves, 14 de julio de 2016

La maniobra de la tortuga









De: Benito Olmo














"Los pequeños detalles resultaban tan importantes como las pruebas más evidentes y había que ser muy cuidadoso para no pasar nada por alto. Por eso los investigadores descuidados o vagos no solían resolver ni la mitad de los casos a los que se enfrentaban. Pero él no era de esos"


Buscando lectura fresca y actual para este verano, me encontré con esta sorpresa de un autor al que no conocía en absoluto a pesar de haber escrito otras dos novelas: la primera titulada -Caraballo- que nada tiene que ver con el pintor. La segunda -Mil cosas que no te dije antes de perderte- del mismo género a la que pertenece  
esta que nos incumbe. Es un thriller policíaco con mucha acción, ligero, ameno, adictivo, y bien escrito.

Me ha durado dos días exactos, y con esto ya os imagináis el grado de adicción que me ha producido; el mismo que al principal protagonista la nicotina.

Y es que el inspector Manuel Bianquetti es el prototipo de personaje que se hace respetar por su aspecto desaliñado y su carácter adusto y algo arisco. Fumador empedernido y con un problema en su bagaje personal del pasado que le arrastró a su situación personal del presente.

Podríamos decir que es un exiliado involuntario de Madrid, en la ciudad de Cádiz a la que no acaba de aclimatarse. Él, acostumbrado a la acción, al riesgo y al peligro, se encuentra en dique seco, en la sección de archivos, donde trascurre su jornada rodeado de tedio y hermetismo.  

Pero el asesinato de una adolescente colombiana de 16 años, que ha sido violada y posteriormente estrangulada y cuyo cuerpo fue hallado dentro de un contenedor de basura, le remueve las entrañas a la vez que los recuerdos; haciéndole rememorar la historia que provocó su destierro.

Se pondrá manos a la obra para resolver un caso que no le ha sido adjudicado, saltándose normas y cadenas de mando, utilizando medios de manera poco ortodoxa y en cierta manera peculiar. Descubrirá una trama de intereses creados por algunos, para olvidar el suceso antes de intentar buscar al culpable.

Estamos ante una novela que reúne ciertos patrones que se repiten en todas las del género negro sin llegar a ser escabrosa: personaje con conflictos personales y algún vicio incorregible. Un tipo duro de presencia atemorizante por su gran envergadura y sus ademanes hoscos, con cierta tendencia a rebelarse ante los superiores e ir por libre dejando de lado a los compañeros.
Nos sorprenderá sin embargo con momentos puntuales de cierta ternura e indefensión.
Una trama bien urdida con sus dosis bien medidas de originalidad, donde habrá acción y violencia sin excesos, misterios que resolver, testigos, víctimas y verdugos.

La prosa con la que está escrita la historia es muy práctica, ligera y de asequible vocabulario. No se complica mucho el escritor en describirnos los paisajes y entornos a pesar de ser muy conocidos por él mismo, aunque nos bosqueja lugares puntuales que el lector avezado y viajero quizás identifique. También apunta alguna nota sobre la gastronomía popular de la ciudad.
Por otro lado a mi entender, el libro posee una portada de diseño muy atractivo, que no supone un detalle baladí para no tener en cuenta cuando nos encontramos con él. Diría, que es su carta de presentación más inmediata.

Los personajes son peculiares y bien delineados, pero sin pretensiones de magnificencia, salvo nuestro inspector de manos enormes y talla de armario empotrado. Cada cual con sus historias ocultas y algunos con un carisma especial del que no podremos dejar de encariñarnos o identificarnos. 

Es de destacar una subtrama paralela al argumento principal que se irá desgranando de forma natural hasta converger con este. En esta subtrama, la protagonista será Cristina, una superviviente del maltrato al que ha estado expuesta durante muchos años, que intenta fraguar con esfuerzo y olvido un futuro mejor.
Esta mujer nos enamorará por su sencillez y ternura. Literalmente dan ganas de abrazarla.

Uno de los aciertos del autor es darnos pautas de juicio y argumentos donde agarrarnos, para poder ir definiendo a los partícipes de la historia para encasillarlos entre los buenos o los malos sin muchas complicaciones ni enigmas.
No obstante, no deberemos precipitarnos con nuestros prejuicios por si acaso. 
Se evitan diálogos innecesarios aburridos o farragosos, con lo cual la lectura se convertirá en recreo y no en un continuo ejercicio de reflexión.

Con todo ello, el conjunto encuadernado se convertirá en volumen ameno, entretenido, y lo suficientemente atractivo para que, hasta terminarlo no nos quedemos conformes, y que al cerrarlo pensemos que el tiempo se nos voló entre líneas pero que no lo perdimos.

Lo recomiendo no por ser una obra redonda, ni mucho menos,( Esas abundan poco y según los gustos) pero sí la aconsejo por tratarse de una lectura que conduce al lector a sentir emociones dispares de odio, impotencia, rabia y satisfacción a partes iguales, mientras su atención se encuentra enfrascada en ella.
Con lo cual, cubre las expectativas de manera sobrada de los amantes del relax, el entretenimiento y el disfrute personal con libro en mano.

51 capítulos sin mucha extensión, otra cosa que debemos agradecer al escritor que cuida con esmero ciertos detalles, sin redundar en ellos.

Tendré que prestar atención en adelante a este autor recién estrenado.




miércoles, 13 de julio de 2016

Micro aniversarios






Lo único que no celebraría jamás sería el aniversario de una relación que nunca comenzó.

                                                                                                                   *******     

Cuando lo felicitó por su 50 aniversario de bodas, él la miró con indiferencia preguntándose quién era ella.

                                                                                                                    *******         

Hoy era el 68 aniversario de su promoción en la facultad. Y le extrañó que cada vez asistieran menos compañeros al evento.







Derechos de autor: Francisco Moroz


lunes, 11 de julio de 2016

La influencia de las estrellas





Pedro Alameda nació bajo el signo de cáncer comenzando con mal pie su carrera. Desde pequeño aterrorizaba a los compañeros de clase, se convirtió en el típico matón de barrio que era conocido por sus robos a los transeúntes. Una pesadilla para los modestos comerciantes que tenían que pagar tributo por su presunta protección. Llegaría a pegar palizas por encargo y a hacer desaparecer pruebas y amenazar a los testigos que pudieran inculpar a sus clientes.

Era sobradamente conocido por la policía que aseguraba que no había nada que hacer con el individuo.  Si llegaba a ser detenido, entraba por una de las puertas de la comisaría y salía por otra con total impunidad,  libre de pruebas que pudieran involucrarlo en cualquier suceso.

Las leyes no eran suficientes para retenerle una buena temporada en la “trena”. La gente le odiaba y le temía, con lo cual no les quedaba más que sufrir en silencio y agachar la cabeza y naturalmente, evitar cruzarse en su camino y con sus intereses. Se dedicó al tráfico de drogas, de armas, de niñas…

La vida le sonreía. Se permitía placeres y lujos impensables para el común de los mortales. No se privaba de vestir con ostentación, de conducir los coches más caros y alojarse en los hoteles más lujosos. Un yate y un jet privado le permitían desplazarse de un lugar a otro del planeta. A su cargo una plantilla de guardaespaldas, cobradores de morosos, ajustadores de cuentas, sicarios que realizaban el trabajo sucio y féminas que complacían sus más perversos y denigrantes deseos.

Su ambición, su riqueza, y su poder, se multiplicaron de la misma manera que el mal que le devoró por dentro.

El indeseable murió al igual que nació: bajo la influencia de “cáncer”.



Derechos de autor: Francisco Moroz

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