Llevamos semanas huyendo de esa
manada enfurecida que quiere acabar con nosotros. Se oyen sus aullidos de
placer al sentir que la cacería se
terminará en breve y que nuestro final será irreversible.
Desde que llegamos a este bosque mi
familia y yo nos sentimos vigilados y acosados, por este grupo organizado de depredadores salvajes.
Los árboles nos han ocultado hasta
ahora, pero estamos agotados, mis hijos no aguantarán mucho más este ritmo de
marcha. La noche nos proporcionará unas
horas de descanso, pero por la mañana todo acabará para nosotros, como acabó la
vida de mi compañero: abatido por esas ramas que escupen fuego que ellos portan
en sus manos.
¿Qué hemos hecho los lobos para
enfurecer tanto a los hombres?
Derechos de autor: Francisco Moroz