domingo, 21 de mayo de 2023

Falta no solo de respeto

 

 


 

«No todos son tan amables como yo», se lo estoy intentando hacer comprender desde hace diez minutos al tío que, frente a mí, me mira impasible, con cara de perplejidad y bastante chulería. Como que no se cree que vaya en serio.

Mi paciencia tiene un límite como la de todo el mundo, pero la diferencia es que se guardar las formas y contengo las ganas de pegarle un bofetón con la mano abierta para que espabile.

A individuos como este, que parecen te están vacilando, hay que ponerles en su lugar o te torean como Manolete.

A cada argumentación que le hago por la decisión tomada por un servidor, con respecto a la situación que él mismo ha provocado, me responde como con desprecio. Está a un «Tris» de mandarme al carajo, lo veo en su mirada extraviada. Me cubre de insultos entre salivazos, pienso que resultantes de su estado de nervios, me nombra a la madre que me trajo; y eso que lo interpelo con respeto, dicho todo con tono amable y melifluo, como para no ofender sus sentimientos que parecieran estar a flor de piel. Tan machotes por un lado y por otro tan delicados como muñecas vestidas de azul con su camisita y su canesú.

Pero todo tiene un final y hay que cumplir con los horarios establecidos por las normas que nos rigen a todos, no puedo estar todo el día intentando convencer a un solo personaje «tiquismiquis» como este. Estoy muy harto del oficio que me obliga a tratar con seres tan intransigentes, ególatras y soberbios. Putos niñatos sin respeto a las canas ni a la veteranía.

La tensión se masca como en el circo romano. Los setenta mil energúmenos sentados en las gradas se impacientan y el griterío es insoportable.

Pienso que el tipejo de calzón corto se ha molestado porque le toqué el pito por una falta realizada a un contrario.  

Le repito por enésima vez que la próxima vez que abra la boca para insultarme le saco la tarjeta roja y lo expulso del campo de juego.

Si hubiera próxima vez, le sacaría una pistola, y le apuntaría al pecho con ella. Pienso para mí mismo. Sería la única manera de poner a estos fulanos prepotentes en su sitio. O eso, o que pongan a la Parca ¡Total! Ambos vamos de negro. Aunque con una guadaña, los árbitros impondríamos más respeto.

 


 Derechos de autor: Francisco Moroz


8 comentarios:

  1. Lo dicho, ya no hay respeto.

    Saludos,
    J.

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  2. Hay tanto energúmeno suelto que cuando uno se encuentra cara a cara con ellos tiene que morderse la lengua para no explotar de rabia e impotencia. En el campo de juego, si los árbitros llevaran una pistola al cinto, otro gallo cantaría, je, je.
    Un abrazo.

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  3. No sé por qué no le ha sacado ya la tarjeta. Los hay con una paciencia... Aunque lo de la pistola sería mucho más efectivo. Lo de la parca les dejaría sin trabajo y tampoco es eso. Muy bueno tu relato.
    Un beso.

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  4. Es que el respeto se ha perdido completamente, ya estamos viendo lo que esta pasando y la verdad esta sociedad no se si tiene remedio todavía.
    Muy buen relato.
    Un abrazo.

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  5. El ser humano en cuanto a individuo es algo valioso, pero cuando perdemos la individualidad y nos escondemos en la amorfa masa nos creemos invisibles e irresponsables. Ahí es donde sale lo peor de nosotros. Muestras muy bien el calado de esta gente, tan valiente en el anonimato, pero tan cobarde cuando el objetivo de sus ataques los señala. Entonces se vuelven corderitos asustados llenos de justificaciones, arrepentimientos y demás excusas de niño pequeño. Creo que eso es lo que habrá hecho el cavernícola que insultó a Vinicius y que ha inspirado este relato. Un abrazo!

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  6. Pobres árbitros, lo que tienen que aguantar con algunos energúmenos. La verdad, debe de ser un trabajo muy ingrato, a no ser que el árbitro en cuestión sea de la camarilla de Negreira y reciba dinerito extra para comprarse un casoplón y recuperarse allí del mal trago, ja, ja, ja.
    Estupendo relato, Javier.
    Un beso.

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    Respuestas
    1. Todo árbitro, por ley, debería tener un seguro de vida jaja Es una profesión de riesgo, ¡y ni te cuento lo de la salud mental! Sí, no sé, quizás sí tienen mayor temple y fortaleza que los jugadores, además de una confianza en sí mismo brutales para cobrar faltas y penales y aplicar tarjetas tanto si acertaron en hacerlo o la cagaron.
      Va un abrazo.

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  7. Me he divertido con tu relato, lo de la guadaña es buenísimo.

    Un abrazo.

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