Desde
una viga del techo esperas el momento adecuado para complacer a tu verdugo, el
mismo que te troceará morbosamente y con deleite al hacerlo. Mientras los demás
ansiosos esperan la ocasión de devorar tu sabrosa carne. Es el ritual de todos
los años por estas fechas.
Se
reunirán en torno a una mesa y tú, junto con el caviar y el salmón, te
convertirás en el plato estrella por excelencia. Serás acompañado con afamados
vinos, después de haber sido degustado un caldo hecho con tus huesos.
Derechos de autor: Francisco Moroz