sábado, 2 de noviembre de 2019

Et insania somnia (locura y sueño)





  
Se despierta sobresaltado con el corazón desbocado a cien por hora y un sudor helado, que se le pega a la piel y le produce continuos escalofríos involuntarios.

Se queda escuchando el silencio, pues solo silencio y oscuridad le rodean creándole un desasosiego que nunca experimentó.
¿Qué es lo que le desveló así, tan de repente?
¿Quizá su conciencia intranquila por los sucesos acaecidos en la mañana?
Más de cincuenta veces ha ocurrido lo mismo y no es algo que le haya quitado el sueño en ninguna de las ocasiones. Hoy, la única diferencia es que ella ya no está, la ha apartado por un tiempo de su presencia.

Echa de menos, eso sí, sus quejidos nocturnos, su temblor instintivo cuando él la intenta acariciar y abrazar por detrás, requiriendo su atención para que le complazca, como toda buena y obediente esposa debe de hacer con su marido. Pero ella no, muy al contrario, se resiste con mayor frecuencia, le suplica con insistencia enfermiza que la deje descansar esa noche, que no tiene fuerza. 
Como si la muy puta hiciera algo especial a parte de estar todo el día en casa descansando, limpiando lo menos posible y preparando la comida. ¡Qué menos, para eso la mantiene! piensa; como si fuera una reina. Pues solo sale a la calle para hacer la compra y poco más.

Ha escuchado un ruido casi imperceptible. Se trata de alguna ventana que se ha quedado abierta, lo más seguro, pues una ligera brisa le roza la cara y la piel desnuda de los brazos.
Se arrebuja de nuevo entre las sábanas de la cama que se le hace un poco grande al no estar ella a su lado.
Ya nunca lo estará, pues se la ha sacudido de su vida como la garrapata que es, que solo sabe pedirle dinero ¡Dios sabe para qué! Lo más seguro es que tuviera un amante secreto, y ambos, durante sus escarceos amorosos y adúlteros, se rieran de él mientras gozaban. ¡De él! que la había rescatado y hecho suya cuando era una universitaria muerta de hambre sin ningún futuro. Una inútil ignorante. Una inepta insufrible.

Por eso de vez en cuando la tiene que castigar para ponerla en su sitio, un par de guantazos bien dados para que le duela lo mismo que le duelen a él sus continuas faltas de respeto, sus mentiras, sus contestaciones fuera de tono, su chulería cuando se mantiene de pie y le mira a los ojos como si no le doliesen sus golpes. Esa soberbia se le atragantaba, pero se juraba a si mismo que se la quitaría poco a poco a base de golpes, a ver si de una vez corregía su actitud y aprendía a ser más humilde.

Pero hoy, hoy ya ha sido la gota que ha colmado el vaso cuando le ha comunicado que le iba a dejar para siempre, que no era feliz ni se sentía segura a su lado. Entonces una rabia desconocida le ha poseído y le ha hecho golpearla como a una extraña, como si no la conociera, con saña, con ganas desmedidas de hacer mucho daño.
No ha parado hasta que la ha visto postrada, entumecida y sobre todo callada. La ha desnudado para que sintiera frío, el mismo que siente él con sus desprecios. Y la ha poseído sumamente excitado, con ganas, sin misericordia,  hasta la extenuación, como un vulgar violador. Después la ha encerrado en una habitación y se ha olvidado de ella. Mañana la echará de su vida de una maldita vez y se buscará a otra más sumisa.

Pero no puede conciliar el sueño, es como si algo que no estuviera en su sitio no le dejara hacerlo. Entonces es cuando siente una especie de aliento gélido en la nuca que  hace que se le erice el vello, y una caricia rasposa a lo largo del cuerpo, como si le frotasen con sarmientos secos.

Se da la vuelta rápidamente para ver con espanto el rostro demacrado de su pareja, amoratado por los golpes recibidos. Sus ojos desorbitados mirándole directamente al rostro. Una boca de labios rotos y sangrantes. Es ella, que parece haberse metido dentro de su mente con voz de ultratumba, para decirle que a partir de ahora le acompañará  todas y cada una de las noches que él viva, noches de insomnio y tormento, en las que el sueño y el descanso no serán posibles.

Noches en las que la locura, ocupara el lugar que hasta ahora habitaba ella.



Derechos de autor: Francisco Moroz





martes, 29 de octubre de 2019

El invento del amor


Dos de estos pequeños relatos se los dedico a Ana Hope y a Sombra. Una de ellos sabrá cuál le corresponde. Al otro se lo dirá su dueño.





Mis progenitores me acompañaron hasta la cornisa de la azotea. Con el beneplácito de mi madre, mi padre me animó a tirarme. Ante mi negativa para hacerlo ambos me empujaron mientras repetían que era por mi bien.
Cuando me vi forzado a abrir las alas es cuando comprendí cuanto amor y confianza habían puesto en mi.




Estaba aterrorizado, me obligaron a salir por la fuerza, me agarraron y me suspendieron boca abajo a la vez que me azotaban sin misericordia.
Apreté los ojos con fuerza mientras aguantaba las lágrimas; no quería asumir lo que estaba pasando, pero al final arranqué a llorar con desesperación ante tamaña vejación.
Fue entonces cuando escuché su voz llamándome hijo, y supe con certeza que junto a ella me encontraría a salvo.

     
  

Los dos salieron a despedirse de ella. Los abrazó, los besó. Se iba para vivir su propia vida, esa que la esperaba afuera.
Por fin sería independiente y realizaría todos esos proyectos soñados alguna vez mientras permanecía con ellos bajo el mismo techo. Ambos la amaron con ternura desde niña, la cuidaron y le dieron las herramientas necesarias para ser una persona responsable y honesta. La convirtieron en una mujer con unos principios basados en la tolerancia y el respeto. Fueron su mejor ejemplo. Al uno y al otro les llamó padres. Nunca echó de menos una madre.

                                                                                 


Malina no comprendía por qué, cuando realizaba esa pregunta en concreto, nunca obtenía respuesta al respecto ni de su padre ni de su madre.
Lo único que le contestaban es que ya lo comprendería en el momento adecuado, cuando fuese capaz de asumir la verdad.
Cuando se convirtió en adolescente la resolución llegó por sí sola. Intuyó casi todo, y de lo que le faltaba para completar el puzzle, no quiso saber.
Le bastaba la demostración diaria de amor incondicional de sus padres, a pesar de tener un color de piel diferente a la de ellos.

                                                                                    


En el mundo no habría consuelo ni esperanza, el hombre buscaría con desesperación el lugar donde refugiarse sin encontrar ninguno tan cálido como para hallar la paz necesaria.
Seríamos todos unos pobres seres indefensos con el rumbo perdido. Impotentes en nuestra debilidad, desarraigados y vulnerables.
Para evitar ese caos futurible y manifiesto, nuestras madres se ofrecieron voluntarias para echarnos una mano desde el principio de los tiempos.

                                                                                    


A mi padre nunca lo conocí y a mi madre la perdí en un accidente de tráfico siendo yo todavía muy pequeño.
Me internaron en una casa de acogida para huérfanos; fueron años duros donde tuve que aprender a convivir y soportar condiciones un tanto precarias.
De vez en cuando venían personas para llevarse a algunos de nosotros.
A mí me adoptaron un trece de Julio, nunca lo olvidaré. Eran una pareja con dos hijos.
Estoy muy agradecido; porque hay padres, madres y hermanos que te llegan a amar tanto, que te hacen sentir parte de su familia aunque pertenezcas a otra especie diferente.

Sin ellos, hubiera llevado una vida de perros.



                                                                                   
                                                                           Derechos de autor: Francisco Moroz



martes, 22 de octubre de 2019

Tiempos modernos (Que no hay quién los entienda)







 –¿Te has enterado de lo de Bea? ¡Qué fuerte! ¡Alucino tía!


–Ya te digo tronca, es demasió lo de esta menda. Hace falta estar muy flipada para intentar ligarse al Toño por medio de mensajes de Whasap.

–¡Claro! ya lo digo yo, que donde haya un tú a tú, una mirada directa, o una conversación interesante con el pibe, que se quite la mierda esa de los mensajitos tecleados, que son más fríos que la profe de mates explicando los logaritmos neperianos de marras.

–Qué razón tienes Vane, es más “living” ir de cara y no pasarte todo el santo día “stalkeando” en las redes sociales buscando información que obtendrías fácilmente preguntando al “crush” en cuestión. Eso suele degenerar en “salseo” y en un montón de “hater” comiéndote la moral.

–¡Ya! Azucena, bonita, pero es muy “cool” eso de coger el iphone hasta para ir a mear. Mantener contacto directo con las personas parece que nos cuesta mogollón y no nos produce tanta “hype”

–Yo creo que por eso hay tanto “troll” suelto por las redes; porque no son para nada seres sociables, no interactúan físicamente, solo virtualmente. Para ellos sería todo un “goal”, mirar a la cara de un interlocutor mientras le hablan.

–Pero es que Bea se siente “blessed” cuando chatea con Toño; que por otro lado no entiende esos mensajes tan crípticos que le escribe, y eso que es de letras.

–Azucena, Vanesa ¿Qué hacéis enganchadas al móvil?

–¡Pues hablando joder!

Derechos de autor: Francisco Moroz







Diccionario de términos raros ( para algunos) usados en el dialogo.

Alucinar: Asombrar.
Flipar: Impresionar.
Living: Emocionarse por cosas simples.
Stalkear: Cotillear por redes sociales.
Crush: Alguien que te atrae (Flechazo).
Salseo: Polémica o discusión en redes sociales.
Hater: Persona que odia algo o todo.
Cool: Fantástico, atrayente, más de moda.
Hype: Sensación eufórica y descontrolada por poner muchas expectativas en algo.
Troll: Un gruñón, protestón y disconforme con todo.
Goal: Un logro meritorio.
Blessed: Sentirse bendecido.






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