El
carillón del salón de baile de Bestia empieza a tañer la primera de las doce campanadas de
la medianoche.
Mientras bajo las escaleras del palacio pierdo uno de mis zapatos de cristal, y justo cuando se deja oír el reverbero
de la última, suena el despertador de la mesilla y se rompe mi encantamiento de Bella durmiente.
Me
despierto bruscamente incorporándome en la cama de uno de los tres Osos, y mientras me levanto, escucho la
voz de mi compañero peludo que dice a mi espalda:
– ¿ A dónde vas Caperucita?
Salgo
pitando de la casa de los tres Cerditos ¡Llego tarde al té de las cinco con Alicia y el Sombrerero!
¡Tendré que mentir como Pinocho, cuando me pida explicaciones Rapunzel!
¡Tendré que mentir como Pinocho, cuando me pida explicaciones Rapunzel!
Derechos de autor: Francisco Moroz