Da
placer ver a esos pajarillos que juegan en el jardín, moviendo sus alas nerviosamente y mirando con desconfianza a los lados, adelantando sus cuerpecitos para volver
atrás de nuevo en continuos brincos mientras buscan el alimento, se rebozan en
la arena o se cortejan.
¡Ojala!
Pudiera acercarme y jugar con ellos, implicarme en sus frágiles vidas y
participar de su inocencia.
¡Ojala!
Se confiaran a mi presencia y tener la oportunidad de regalarme con un tierno
bocado de vez en cuando.
¡Qué
le voy a hacer! Un gato tiene más hambre que principios.
Derechos de autor: Francisco Moroz