Poco
antes de que los domingos fueran amargos en Calais se festejaban.
El lugar donde
el estrecho se hace muy ancho y pasar al otro lado es todo el futuro de algunos.
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muertos esta vez, mañana quizá más.
Murieron no solo los cuerpos de aquellos que quisieron vivir; también las ilusiones fraguadas durante el largo camino del éxodo, sin privilegios de pueblo elegido ni tierra prometida.
Acarrearon
en sus espaldas: incertidumbre, miedo, soledad y abandono. Portaron miradas
esperanzadas y alguna feliz utopía que se diluyeron como sal, al llegar a las
fronteras.
Derechos de autor: Francisco Moroz