Bucear
en el lago que había al lado de la casa se convirtió en una prioridad desde el
fatídico accidente.
Estaba asustado y el tiempo jugaba en su contra. Se
sumergía cada mañana sin regatear esfuerzos.
Para
ello, y después de salir del hospital, tuvo que aprender técnicas de
submarinismo sometiéndose a un agotador entrenamiento diario.
Más
costoso fue convencer a la policía sobre las circunstancias del suceso: Una
distracción, una mala maniobra mientras aterrizaba la avioneta…